CRÍTICA DE CINE
PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Dersu Uzala (El cazador)
Akira Kurosawa (1975) – URRS
A principios de los 70 Akira Kurosawa no atravesaba su mejor momento, veía cómo cada vez más su país (Japón) le daba la espalda: sus películas eran vapuleadas sin piedad por la crítica y no conseguía financiación para sus nuevos proyectos. Tan mal lo pasó que incluso intentó suicidarse (como buen antepasado de samurai que era). Por fortuna levantó cabeza y consiguió apoyo en Rusia para poder hacer una película. El resultado fue Dersu Uzala (El cazador), una de las mejores películas de la historia del cine.
La película está basada en los cuadernos de viaje del científico y explorador soviético Vladimir Arsenyev, que trabajó como topógrafo para el gobierno ruso entre 1902 y 1907 recorriendo la región de Ussuri, en los confines del Imperio Ruso, unos territorios en la parte más oriental de Siberia que habían sido conquistados a China. En esas prospecciones por la vasta y salvaje región, conoce a Dersú Uzalá un peculiar cazador nómada, tan diminuto de tamaño como grande de corazón, tan ignorante de la civilización como sabio de la vida. Entre ellos surgirá una amistad impensable para dos personajes tan antagónicos cuyas diferencias se acentúan más si tenemos en cuenta que estamos hablando de principios del siglo XX.
Otro actor tan importante en la película como los dos anteriores es la taiga, ese inmenso bosque de coníferas regado por el grande y peligroso río Ussuri. Akira Kurosawa ejerce toda su maestría mostrando la esplendorosa belleza de la taiga y su terrible dureza, que dicta las leyes sobre los seres vivos que habitan su inabarcable extensión durante las diferentes estaciones del año.
En estos tiempos en los que vivimos vertiginosamente en una sociedad en teoría avanzada y llena de comodidades, deberíamos desconectar de ella durante más de 2 horas, las que dura la película, sumergirnos en esta salvaje e intrincada taiga y encontrar a Dersu Uzala. Seguro que él nos enseñaría las pequeñas cosas que nos hacen amar la vida, la naturaleza, al ser humano; seguro que nos ayudaría a encontrarnos a nosotros mismos y a plantearnos si la vida que llevamos debería cambiar, sino de rumbo por lo menos de ritmo.
En mi opinión, Dersu Uzala debería ser de obligado visionado en los colegios. Que no te tire para atrás su duración, ni que haya podido envejecer un poco mal; date un respiro, es más, invita a los tuyos a penetrar en esta selva llena de moralejas camuflada de película de aventuras en la que subyacen valores o reglas universales que el supuesto progreso ha ido enterrando o cambiando a su antojo.
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PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Loreak
José Mari Goenaga, Jon Garaño (2014) – España
Pese a recibir dos nominaciones a los premios Goya (mejor película y mejor música original) e incluso competir representando a España para entrar en los Oscars, Loreak no tuvo la repercusión merecida en nuestros cines. Así que si no conocéis su existencia os propongo que deis una oportunidad a esta “pequeña” película rodada íntegramente en euskera. Cuando digo pequeña, no me refiero a la duración de la película (quizá su mayor handicap) sino a la forma de contarnos una historia de lo más normal del mundo, una historia que de alguna u otra manera todos hemos vivido alguna vez en nuestra vida. No esperes en Loreak efectos especiales, héroes, vencedores y vencidos; Loreak es la vida de muchos de nosotros, su transcurso y el papel que cada uno realiza en ella según su manera de ser o de afrontarla. Destacar eso sí la música compuesta para la película por Pascal Gaigne de manera exquisita.
Loreak significa flores en euskera, y son las flores el transmisor y el detonante de esta historia que nos muestra de manera intimista, sutil y delicada, con un tempo narrativo pausado e incluso humilde, el transcurso de la vida de tres mujeres de diferentes edades. Se me hace extraño que esta película haya sido dirigida por dos hombres (José Mari Goenaga y Jon Garaño) porque sinceramente creo que han logrado llegar a la introspección psicológica de la mujer con muy buenos resultados. Seguro que sus madres y hermanas habrán tenido que ver con eso. Ellas, y por supuesto las actrices que dan vida en la película a Ane, Lourdes y Tere: unas espléndidas Nagore Aramburu, Itziar Aizpuru e Itziar Ituño.
En Loreak la vida transcurre lenta y rutinaria, parece que no ocurra nada, pero es más importante lo que no muestra que lo que ocurre. Un símil con la forma que tenemos de afrontar la vida, el género humano en general y los vascos en particular. Y es que una de las características principales de la psique vasca es la interiorización de los sentimientos.
Son muchos los temas que trata y las sensaciones que afloran en el espectador mientras transcurre pausadamente esta perturbadora, desgarradora y emotiva película: la soledad, la falta de comunicación, nuestros sentimientos, la muerte… Pero estoy seguro de que si en Loreak descubrís una historia de amor en sus más variadas versiones, os habrá gustado tanto como a mí.
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PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Making a murderer. Serie documental
Moira Demos, Laura Ricciardi (2015)- U.S.A.
En esta ocasión os proponemos que le deis una oportunidad a este concienzudo y extenso documental que, debido a su duración (tanto por la cantidad de material mostrado como por el largo proceso de los acontecimientos que van sucediéndose), se extiende a más de 10 horas de proyección divididas en 10 capítulos. Ahora que el nivel de las series ha aumentado en cantidad y calidad, superando con creces a la del cine actual, vamos a rizar el rizo y a visionar esta serie documental (género que por cierto también disfruta de una salud plena a día de hoy) titulada con acierto Making a murderer.
La historia nos la presentan dos jóvenes estudiantes de cinematografía: Moira Demos y Laura Ricciardi descubren por casualidad un artículo en el New York Times sobre el caso de Steven Avery titulado ‘Freed by DNA, Now Charged in New Crime’ que les fascinó tanto que alquilaron un coche y, con una sola cámara, se dirigieron a Manitowoc (Wisconsin, EEUU) para empezar a rodar lo que hoy conocemos como Making a murderer.
A partir de aquí poco os podemos contar, os recomendamos que comencéis a ver el documental sin haber buscado información del «caso Avery»; cuanto menos conocimiento del asunto tengáis mejor, porque las directoras ya se van a encargar de ese tema desde el primer momento. Pero no temáis, tanta información no os va a hacer perder el hilo de esta historia, que os enganchará desde el primer capítulo y no os soltará hasta el último segundo del capítulo final.
Making a murderer nos cuenta la desoladora, cruda y real historia de Steven Avery, un joven habitante de la América profunda de nuestros días, concretamente del condado de Manitowoc, perteneciente al estado de Wisconsin, que entró en prisión a los 23 años y permaneció en ella 18 años (de 1985 a 2003).
Y hasta aquí podemos leer… Lo demás os lo dejamos a vosotros para que os sumerjáis en esta tremebunda historia, que no parece real, y que tristemente supera con creces a la realidad. Surrealismo puro y duro en la América más paleta, donde podremos observar desde dentro y con todo lujo de detalles a todos los actores reales de este sainete, todo un estudio psico-sociológico de los diferentes comportamientos del ser humano ante situaciones tan abrumadoras como las que van a sentir todos ellos, y vosotros también una vez que entréis en ese enrarecido ambiente de esos parajes lúgubres y fantasmagóricos de Manitowoc.
Making a murderer ya es un documental que ha pasado a la historia, y no solo por la ardua e inmensa labor de las dos directoras. La forma de contarnos la historia, en nuestra humilde opinión, da en el clavo y, aunque en los capítulos finales se repita alguna información que ya conoces, logra mantenerte con atención (presumiblemente con las manos echadas a la cabeza) durante la mayor parte de sus más de 10 horas de duración, e incluso ha conseguido levantar ampollas en parte de la población americana…. Avisados quedáis.
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PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Sufragistas.
Sarah Gavron (2015) – Reino Unido
El papel de la mujer en el primer mundo está cada vez más consolidado. Aunque todavía queden aspectos por mejorar, ha dado un salto cualitativo espectacular en el último siglo. Por eso, a veces es bueno echar la vista atrás y descubrir cómo pudo ser la vida de nuestras abuelas o bisabuelas. Para ello os proponemos el visionado de la película británica Sufragistas dirigida, como no podía ser de otra manera, por una mujer, Sara Gavron.
Sufragistas es un fiel retrato de lo que era ser mujer en un barrio obrero de Londres pocos años antes de iniciarse la Primera Guerra Mundial. Con una ambientación fidedigna nos introducimos de lleno en la vida de Maud, una joven obrera casada y madre de un niño que trabaja en una lavandería industrial junto a su marido, como muchas otras familias del barrio. Allí, Maud conocerá a una compañera sufragista y, poco a poco, casi de casualidad ejercerá de portavoz de las mujeres de la fábrica.
El gran acierto de la película es no intentar abarcar todo el movimiento sufragista británico, que se inicia en 1870 y perdura hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, y que luchó por obtener el derecho de la mujer al voto, ni mostrarnos a sus principales líderes, Emmeline Pankhurst (interpretada por Meryl Streep y que simplemente tiene una aparición testimonial en el largometraje). Sufragistas se centra únicamente en mostrarnos con pequeñas pinceladas la vida de una pequeña cédula de mujeres que lucharon con muy pocos medios y anteponiendo a su familia, su trabajo y hasta su libertad contra todo el sistema político y judicial que hizo oídos sordos a sus propuestas y respondió con dureza a los actos de sabotaje perpetrados por las sufragistas, hartas de ser ninguneadas por el gobierno inglés.
El dilema de la protagonista es el de muchas de las mujeres de aquella época: se encontraban solas, sin ningún tipo de apoyo de sus maridos, de sus empresas y mucho menos de las leyes de la época, que negaban a la mujer parte fundamental de los derechos que sí tenía el hombre (propiedad, custodia de los hijos, poder disponer de su propio dinero, etc.). Si querían apoyar a la causa sufragista tenían que sacrificar lo poco que tenían y dejarlo todo atrás, pero ¿iba a servir para algo?, ¿Maud era una más del montón de mujeres de barrios obreros que iban a luchar por un ideal para nada, sin importar a nada ni a nadie, tal y como le repetía sin descanso el jefe de policía cada vez que la detenía?
Les recomiendo que vean Sufragistas que, aunque no pase de ser una correcta película, sí que es un sentido homenaje a la mujer. Reflexionen en estos tiempos en los que en muchas partes del mundo la mujer sigue siendo una sierva de su marido y, por supuesto, sigue sin tener el derecho al voto; en otras, es utilizada por las mafias como esclava sexual y, sin irnos tan lejos, podemos comprobar cómo día a día a pocos kilómetros de nuestras casas siguen muriendo mujeres a manos de sus maridos o siguen cobrando menos por hacer el mismo trabajo que un hombre. Quizás no hayamos avanzado tanto como pensábamos, quizás ese gran salto que se dio a principios de siglo gracias a muchas valerosas mujeres esté perdiendo altura.
¿Ya no quedan más sufragistas en el mundo?
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PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Canino
Yorgos Lanthimos (2009) – Grecia
Desasosegante, perturbadora, claustrofóbica, grotesca, malsana, espeluznante… Estos son algunos de los adjetivos que me vienen a la mente tras haber visto la película griega Canino, pero a pesar de todo os recomiendo encarecidamente que le deis una oportunidad. Y es que, si sois unos apasionados del cine, Canino es una «rara avis» de esas que nos sorprenden muy de vez en cuando en el estandarizado y sin alma cine de nuestros días.
El argumento de la película es simple: un matrimonio con tres hijos viven en una mansión a las afueras de la ciudad; los hijos, en edad adolescente, nunca han salido más allá del jardín y reciben la educación de sus padres, empeñados estos en que no se corrompan con lo que la dura realidad del mundo exterior les pueda ofrecer. Sólo Christine, guardia de seguridad de la empresa en la que trabaja el padre, puede entrar en la casa.
El director griego Yorgos Lanthimos nos demuestra que todavía se puede dar una vuelta de tuerca al cine y nos sorprende con esta dura película rodada de manera fría y descarnada, deshumanizada, como la personalidad de unos niños a los que se les ha ocultado la realidad del mundo en el que vivimos para preservarlos de los males y peligros que puedan acecharles.
Esta película nos demuestra que la educación es la herramienta fundamental y más importante para forjar la personalidad de un individuo, una educación que sufre bandazos según el signo político que gobierna en cada momento en nuestro país, y en la que nunca ha habido un consenso para crear unas bases generales que saquen a España de esa caída hacia la ignorancia generalizada. Una educación aprovechada para controlar y conducir a los estudiantes a su antojo y convertirlos en borregos obedientes, aunque haya que manipular la historia a su conveniencia si hace falta.
Esto y mucho más nos muestra Canino, esta descorazonadora película que refleja muchas otras facetas del mundo en el que vivimos (como la falta de libertad, la obsesión por la seguridad y el control de nuestros hijos) y del ser humano, ese animal en la cúspide de la escala evolutiva que sigue tropezando con la misma piedra y al que, si le despojamos de la moralidad , la ética y la razón, lo convertimos en un animal salvaje que se guía por sus instintos más primarios. Canino presenta situaciones caricaturescas del ser humano: cada día a día en la irrespirable atmósfera de esa casa es un golpe duro y sórdido contra tus neuronas, que anonadadas intentan buscar una respuesta lógica o «humana» a las reacciones de los habitantes de la casa.
Quizás después de ver esta fábula grotesca sobre nuestra sociedad, no te consideres tan por encima de los demás animales que viven en este planeta, sobre todo cuando diariamente los noticiarios nos inundan con macabras historias que hablan de la irracionalidad del ser humano y que hacen parecer un juego de niños lo acontecido en esta película.
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PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Hungry for change. Documental
James Colquhoun, Laurentine Ten Bosch, Carlo Ledesma.(2012) – Australia
Últimamente han sido presentados bastantes documentales sobre el tema de la alimentación, pero quizá este es el que más clara y tajantemente advierte de la falta de escrúpulos de los «lobbies» alimentarios. Y es que amigos, ese bien de primera necesidad que es la alimentación se ha convertido en uno de los mayores negocios financieros de los últimos 70 años.
La misma sociedad en la que vivimos, cada vez con menos tiempo para nosotros mismos, nos lleva a desplazarnos a las grandes superficies a realizar la compra y allí, en el menor tiempo posible, llenar nuestro carro para tener víveres para por lo menos los próximos 15 días. En esa vorágine no nos paramos a mirar lo que compramos para nuestro consumo; ese es uno de nuestros grandes errores. Confiamos en esas bonitas etiquetas que nos dicen las pocas calorías que tienen los productos y nos muestran a personas delgadas y sonrientes, o bellos paisajes naturales, donde los animales disfrutan para luego ser nuestro sano alimento (nada más lejos de la realidad).
El documental Hungry for change nos explica sin tapujos cómo la gran industria alimentaria «adereza» con productos químicos los bienes de consumo de primera necesidad (como por ejemplo la leche que consumen los niños en las escuelas), para crear una dependencia en el consumidor. Introducen azúcares que engañan a nuestro organismo, lo llevan a la euforia, te hacen sentir bien. Pero el efecto pasa pronto y además tu cuerpo no ha recibido todavía los nutrientes que necesita, con lo cual tendremos que volver a repetir la dosis para sentirnos mejor e intentar mitigar el hambre.
La mayoría de productos que comemos contienen compuestos químicos o están genéticamente modificados para que volvamos a consumirlos: compuestos como el aspartamo, el glutamato o la fructosa. No sólo los productos que pensamos a priori (snacks, chocolatinas, hamburguesas, pizzas, etc.), sino alimentos como la leche, el pan, las bebidas refrescantes y, atención, los productos para adelgazar, contienen muchos azúcares encubiertos. Y decimos encubiertos porque uno mismo puede comprobar que en la tabla nutricional de los productos «0% de grasa» o «light», la cantidad de azúcares llega a corresponder hasta el 40%. Y aquí viene el otro caballo de batalla del consumidor, el etiquetado de productos. Los «lobbies» de la alimentación tienen tanto poder que manejan a los políticos a su antojo. Ellos hacen las investigaciones de sus propios productos y las aprueban aún sabiendo que perjudican a nuestro organismo. Y además, nos engañan disfrazando compuestos químicos peligrosos con otros nombres en el etiquetado.
Después de ver Hungry for change o de leer el libro en el que está basado el documental, quizá te pares a mirar lo que compras antes de meterlo en el carro, quizá busques otros lugares donde adquirir productos ecológicos o, si vives en un pueblo, quizá puedas auto-abastecerte. Pero la verdad es que si vives en una gran ciudad y no andas sobrado de dinero precisamente, estas condenado a comer bazofia de por vida gracias a las grandes corporaciones alimentarias. Aterrador, ¿no crees?
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