Como la mayoría de las veces que recomiendo un disco, este no está considerado por la crítica como el mejor de la banda, pero qué le voy a hacer si para mí, este es mi preferido.
El tercer disco de los neoyorquinos Blue Öyster Cult refleja el momento anterior a conseguir el éxito y la fama, cosa que lograrían con su siguiente disco en estudio Agents of fortune. A partir de eso el grupo rebajó sus cotas de dureza, se encaminó a terrenos más comerciales, y por supuesto las producciones tan típicas de los ochenta hicieron el resto.
El disco se abre con el ritmo hipnótico de la magnifica Career of evil, un tema con reminiscencias psicodélicas compuesto con la colaboración de la musa del punk, Patti Smith, que por entonces era la novia del teclista Allen Lanier. En el tema ya encontramos los patrones musicales por los que va a transitar el disco, bases rítmicas marcadas con riffs pegadizos y repetitivos que llevan el peso del tema, aderezado con toques psicodélicos, progresivos y algún ramalazo Glam, todo ello enmarcado dentro de los límites del Hard Rock clásico.
Otro de mis temas favoritos es Dominance and submission, de corte parecido a Career of evil. Arranca con un riff magistral que lleva la voz cantante durante todo el tema, y contiene un solo magnífico en la parte central a cargo del guitarrista Buck Dharma que precede a unos momentos psicodélico progresivos de tranquilidad que dan más fuerza si cabe al poderoso final del tema.
El siguiente tema en aparecer es ME 262, rápido y alegre con un claro toque Glam que me recuerda al sonido del disco Ziggy Stardust de David Bowie, un tema que contiene sonidos de aviones de la Segunda Guerra Mundial, que es de lo que trata la canción. Al igual que la portada del disco donde aparecen dibujados a lápiz los integrantes del grupo junto a un avión militar.
El grupo vuelve a la senda delHard Rock con el tema Cagey cretins. Para después rebajar la velocidad con el marcado ritmo de raíces Blues de Harvester of eyes, que cuenta con otro solo destacable de la guitarra de Dharma.
Después llega el tema épico-progresivo Flaming telepaths, otro de los momentos álgidos del disco, donde las voces suenan melódicas y el órgano y los teclados tienen un mayor peso específico. Para cerrar un disco que se te va a hacer corto, está el emotivo tema Astronomy, con cierto toque de balada característica de los grupos roqueros de esa época.
Si tienes la suerte de poder adquirir la versión remasterizada en CD de Secret treaties editada por Sony el año 2001, podrás disfrutar más ampliamente de este álbum, ya que cuenta con tres temas que se quedaron fuera del disco, y que merecieron estar en él: la rocanrolera Boorman the chauffer, la garajera con toques pop Mommy, y ese Blues acelerado que es Mes dames sarat. Además también aparece la versión single de Career of evil y una aceptable versión del Born to be wild de Steppenwolf, así que si puedes hazte con el disco y descubre a este grupo clásico que por desgracia ha ido cayendo en el olvido, los magníficos Blue Öyster Cult.
Hablar de un disco de los Chesterfield Kings es hablar de los 60, del sonido Garage, de los inicios de la Psicodelia, de los Stones y de esa multitud de grupos que conformaron la «invasión británica». La mayoría de sus discos son recomendables, ya que además, puedes encontrar en ellos versiones de grupos de los sesenta no muy conocidos y que merecieron más atención en su día. Y es que los integrantes de Chesterfield Kings son unos apasionados del sonido de esa época, y unos grandes coleccionistas y estudiosos de todo lo relacionado con ese tipo de música.
Así que me he decidido a recomendaros fervientemente su disco del 2003, The mindbending sounds of The Chesterfield Kings, que es el primer disco en el que todos los temas están compuestos por el propio grupo.
El disco es un viaje lisérgico por los 60, todos los temas hablan de paranoias mentales producidas por los viajes de ácido y después de escucharlo queda claro que los Chesterfield Kings son algo más que un grupo revival del movimiento beat.
Los mismísimos Stones hubiesen matado hoy en día por componer canciones como I don’t understand, Transparent life, Flasback, o Endless circles, y el resto del álbum no se queda atrás. Al escuchar otros temas como Trip through tomorrow o Non-entity deseas, al igual que los propios Chesterfield Kings, haber vivido esa época dorada de los 60 que ya no volverá, aunque siempre quedarán estos fantásticos arqueólogos musicales que son los Chesterfield Kings para recordárnoslos con mucha clase.
Y es que el único fallo que tienen los de New York es no haber nacido veinte años antes, porque de lo contrario hubiesen estado en lo más alto junto a los Beatles, los Kinks, y por supuesto junto a sus adorados Rolling Stones.
Así que no puedo más que recomendarte que te sumerjas en este viaje de ácido que te transportará a los maravillosos 60. Pero te aviso que tengas cuidado con la dosis, por que quizás nunca puedas volver del viaje, y a partir de entonces te quedes para siempre colgado con los sonidos y los grupos de los sesenta.
Australia… la gran desconocida, así podríamos ilustrar la historia musical de ese continente tan lejano. Sí, ya sé que te vienen algunos míticos nombres de bandas australianas a la cabeza,…pero ¿serías capaz de citar a más de una docena? Seguramente entre las que se te ocurran no incluirías a este fenomenal grupo de Sídney que comenzó su carrera musical a principios de los ochenta, los fantásticos Hoodoo Gurus.
Pues bien, su primer larga duración lanzado en 1984 y titulado Stoneage Romeos nos deja un fenomenal disco en forma de cóctel roquero de Power Pop garagero, con actitud punk, y una melodía y brillantez desbordantes.
El disco arranca con (Let’s all) Turn on, un veloz tema garagero portador de un contagioso riff, y una harmónica con los que no podrás parar de moverte, todo ello aderezado con un sonido «vintage» estilo años 50, en lo que es una canción que homenajea a los míticos temas del rock and roll que triunfaban en aquellos dorados años.
El disco continua con I want you back en una onda muy popera y con unos coros dulzones e hipermelódicos, todo un pastelito que llevarte a tu boca.
Pero vuelve el ritmo marcado con un tema dedicado a un amigo de la banda tristemente fallecido, Arthur, un tema de claro estilo Rockabilly con ese clásico sonido.
El listón del disco sigue subiendo, y Death ship se mueve elegantemente en terrenos del Power Pop, convirtiéndose en una de mis favoritas del disco. El tema Dig it up es un tenebroso Pshychobilly con claras influencias de The Cramps, pero le sigue en claro contraste, cerrando la cara A, el tema más luminoso del álbum, una bonita y delicada canción dedicada a su chica, My girl. En solo seis canciones los Hoodoo Gurus nos han demostrado su variedad estilística.
El tema Zanzibar que abre la cara B es el único prescindible de este pedazo de disco, que continua en racha con Leilani, una curiosa y psicodélica danza tribal en honor a una chica sacrificada en el volcán de una isla habitada por aborígenes.
El disco termina con varios temas con temática militar de la Segunda Guerra Mundial, el nervioso y de aire nuevaolero Tojo, y el roquero y adictivo I was a kamikaze, quedándose entre medio de ellas la garagera In the echo chamber.
Os recomiendo además, que si os podéis hacer con la reedición en CD de Stoneage Romeos, no lo dudéis, ya que de regalo incluye dos auténticas joyas en forma de canciones, la primera Who do you love, una buenísima y bailable versión de un viejo tema que popularizó en su día el bueno de Bo Diddley. Y la segunda, Be my guru, otro festivo y pegadizo tema que invita a ponerte a dar saltos como un loco mientras lo escuchas, y que te deja con ganas de más.
En resumen, otro «incunable» del rock and roll australiano, de una banda que todavía sigue en activo y que da mucho de sí en sus conciertos, así que ya sabes…
Hoy me toca hablar de otro grupo «maldito», uno de esos que no tuvo la suerte de estar en el sitio justo en el momento indicado, me refiero al trio madrileño Yoghourt Daze. Ellos lanzaron su segundo disco de estudio, You’re the best, el año 2001, justo cuando el éxito del rock alternativo español se diluía como azucarillo en el agua.
Y no fue precisamente por no intentarlo. Los componentes del grupo se fueron a vivir a Londres en 1993, justo cuando se cocía el fenómeno del Brit Pop. Allí formaron la banda, a la que pusieron el nombre de su postre preferido, el yogur de marihuana. Se patearon multitud de garitos, primero viendo conciertos, y con el paso del tiempo tocando en algunos de ellos. Incluso llegaron a actuar en el Festival de Glastonbury sin siquiera tener nada grabado.
En Inglaterra eran como un grano de arena en el desierto, pero a pesar de todo, el grupo se quedó más tiempo por allí disfrutando el momento. Craso error, porque no se dieron cuenta de que en España comenzó a explotar el movimiento Indie, con cada vez más sellos independientes apostando por nuevos grupos. Así que un par de años más tarde de lo debido vuelven a España, donde no tardan en encontrar un sello que edite su primer disco, Licantropía, en 1999. Dos hermanas llamadas Amparo y Cristina Llanos, a las que les encantó el grupo, y que gracias al éxito con su grupo Dover montaron su propio sello discográfico, no dudaron un momento en fichar a Yoghourt Daze, para lanzar su segundo disco.
Así que después de reclutar al nuevo batería Roberto Lozano, y como tenían un montón de canciones compuestas que ya las habían ido tocando en sus bolos, eligieron doce, que grabaron con el productor Dani Alcober. Este último había producido previamente el exitoso segundo disco de Dover. Y así dieron forma a You’re the best, un buen trabajo de pop-rock tamizado a veces por el sonido Grunge que había marcado a toda una generación de jóvenes en los noventa.
El álbum se abre con el temazo Jubilee y unas guitarras de claro aroma Nirvanero, con unas deliciosas melodías vocales por parte de Daniel de las Heras que serán tónica habitual en todo el disco. El nivel no baja y llega el tema que titula el disco You’re the best, de aire más Pop, otro hit single en el que el grupo madrileño combina maravillosamente melodía y guitarras potentes.
Con I’ll give you a star mantienen el nivel por todo lo alto, de nuevo vuelve ese sonido de guitarras con el sello Seattle y se mantienen esos pegadizos estribillos llenos de ritmo y melodía. En Chameleon el sonido se oscurece y endurece un poco, ahora la música se torna mas densa, y el bajista J. Tello asume el protagonismo. El aroma del tema nos conduce hacia el sonido de bandas como Soundgarden.
El disco sigue por derroteros más poperos con temas como Leave it alone, o el tranquilo y melancólico Young, pero eso dura poco ya que vuelve la velocidad y la rabia con In this town, donde el sonido de la batería vuelve a evocar el sonido Seattle. Un tema que sobresale es sin duda Keep it in, con ese ritmo machacón y ese bonito y emotivo estribillo, otro de mis favoritos del disco.
Otro tema guerrero, y quizá con un cierto toque Punk, es Not decided, ejecutado con poder y actitud, es rápido y veloz. Y ya para ir terminando el disco, están el potente Funk de Us or them, con aires a los Rage Against the Machine. Y, como regalo, un tema escondido, que sigue por esos mismos derroteros mirando a los por entonces nuevos sonidos emergentes del Nu Metal y de grupos como Kid Rock o Limp Bizkit.
En definitiva, un disco que salió en un mal momento, pero que a día de hoy sigue sonando tan fresco, poderoso, y emotivo como cuando lo escuché por primera vez hace una década. Si te gusta el Rock Alternativo o el sonido Seattle, es un pecado que no esté en tu colección.
Quizás el primer disco de los Muffs no sea reconocido por la crítica como el mejor de su discografía, todos los honores se los lleva su siguiente entrega, Blonder and blonder, pero a mí se me incrustó en lo más profundo del corazón cuando lo escuche por primera vez, gracias, cómo no, a Radio 3 en los primeros años de la fiebre Grunge.
El grupo suena fresco y contundente, en lo que fue el primer trabajo como productor de Rob Cavallo, que sólo un año más tarde saltó a la fama y subió a la primera división de los productores gracias a su trabajo en el disco Dookie de Green Day. En el disco predomina el mismo patrón de sonido en las 16 canciones que lo componen, todas de toque Pop y riffs roqueros. Temas muy melódicos, efectivos y de corta duración.
El álbum se abre con uno de los temas destacados del disco, Lucky guy, con las guitarras sonando más roqueras y distorsionadas que en la mayoría del disco, y con la dulce voz de Kim Shattuck, que pasa de la melodía al grito rabioso en un santiamén. Le siguen Saying goodbye y Everywhere I go , dos preciosas perlas Pop llenas de melodía y encanto tanto musical como vocal desde el principio hasta el final, en las que la voz de Kim tiene ese encanto «naif» tan particular.
Con Better than me, The Muffs vuelven a roquear, recordándonos a los primeros y garageros discos del anterior grupo que formado a finales de los ochenta por Kim Shattuck y su guitarrista Melanie Vammen, las magníficas The Pandoras. Una melodía árabe tocada con un teclado que parece de broma, nos introduce en un nuevo tema, From your girl, que, desde el comienzo, se convierte en una bonita y luminosa canción Pop, con un contagioso estribillo que nos recuerda a los grupos de chicas de los años 60.
Otro ejemplo de Pop garagero, con reminiscencias en los 60 es Not like me, con su ritmo, sus coros, y su pegadizo estribillo. La tónica continua en canciones llenas de dulzura y emoción a ritmo de Pop, como en Baby go round, Every single thing, Don’t waste another day, Eye to eye, y para finalizar el disco la emotiva y acústica All for nothing.
Alternando ese tipo de canciones, nos encontramos con algunos pelotazos roqueros, como la rebelde y nerviosa Big mouth, la garagera Another day, con ese toque Beatle, la hardcoreta versión del tema Stupid jerk, de la legendaria banda Punk americana Angry Samoans, o el ritmo machacón y la rabia expresada en I need you, con claras influencias del sonido del grupo Mudhoney.
En resumen, este primer disco de The Muffs es un carrusel de emociones, melódicas y delicadas a veces, más rabiosas e intensas otras, pero en definitiva un tratado magistral de Power Pop ideal para escuchar un día festivo y soleado. Si se te cruza en tu camino, no lo dudes un momento, échatelo a tus orejas, te reportará maravillosos momentos.
Aprovechando que ponemos un tema de este disco, en el especial de este mes de Ábrete De Orejas no podía dejar pasar la ocasión de recomendarte este disco, que Enrique Villarreal, «El Drogas«, sacó paralelamente a su trabajo en Barricada (que por cierto estaban en lo más alto de su popularidad en aquellos tiempos). En este nuevo proyecto se supone que iba a sacar a relucir los temas que no podía o no debía incluir en los discos de Barricada. Y digo se supone, porque a mi parecer, prácticamente la totalidad de las canciones de este disco podían haber formado parte de cualquier disco de Barricada, y es que suenan a Barricada por los cuatro costados.
El disco tiene un comienzo arrollador con Empujo pa’ki, un tema mítico que ya se ha quedado grabado a fuego entre los seguidores de Barricada. La canción tiene ese sonido clásico de las guitarras del grupo pamplonés. Este tema no hubiese desentonado para nada en el disco No se que hacer contigo, al igual que el siguiente, El peldaño más cercano. Otro buen tema, cuya letra, además, sigue el patrón de las canciones de amor atormentado que «El Drogas» escribe para Barricada.
Los chirriantes riffs de guitarra de Piel de gato te trasladan a los sonidos de la época de Pasión por el ruido, y el tema El charco todavía suena a discos anteriores de la banda navarra como Barrio conflictivo. Las crujientes guitarras y la estructura de Déjalo, muñeca!!! son similares al sonido que Barricada empleó para sus discos Balas blancas y La araña. Este es otro tema que sobresale de este disco, al igual que el melódico estribillo de Nos queda poco tiempo, en contraste con su ritmo cortante.
La canción Directo a la cabeza fue la primera que compuso «El Drogas» jugando con un «ocho pistas», y ya pensando que podría formar parte de un proyecto fuera de Barricada. De sonido más oscuro, combina sonidos antiguos y más modernos de sus discos en Barricada y se convierte en otro de las canciones destacadas del disco. Otro tema con sabor a clásico es El lobo feroz, un peligroso cuento que te atrapa desde el principio, con un estribillo para corear a grito pelado en los directos….¡por ti pirata nena, por ti pirata nena!
Siguen los ritmos cortantes y las atmósferas oscuras y sucias con Algo más que su cariño, que evoca sonidos ochenteros de grupos como The Cramps. Y para finalizar el disco, tres temazos que ponen el broche de oro, y que también podían haber sido singles en cualquier álbum de Barricada. El primero es una versión y todo un homenaje a un grupo olvidado de la década de los ochenta, Alarma!!!, y a su canción Frío, escrita por Manolo Tena. Se trata de una canción que merece estar escrita con letras de oro en la historia del Rock español. Excepcional versión de Txarrena, que también adaptó el tema de Jesus and Mary Chain, Beetwen planets, que al final no se incluyó en el álbum.
La balada del disco es Nada sin ti, otra obra maestra de «El Drogas«, a la altura de canciones como No sé que hacer contigo o Deja que esto no acabe nunca. El emotivo tema que cierra el disco, Poca luz, cuenta también con un bonito sonido de harmónica a mitad de la canción. Así que ahora que Txarrena vuelven con nuevo álbum y nueva formación, quizás vuelvan a reeditar este disco, con lo cual aprovecha para llevarte un magistral tratado de Rock and Roll clásico con el sello inconfundible de Enrique Villarreal, «El Drogas«.
Aprovechamos para hacer un homenaje a los miembros del grupo, que no siguen en esta nueva trayectoria de Txarrena y que tan buenos momentos nos hicieron pasar cuando pudimos escuchar por primera vez este fenomenal disco. Ellos son: José Landa (batería), Luis Chávez «El Piti» (bajo) Chema Arteta y Juanjo Ojeta (guitarras).