PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
LOLA Andrew Legge (2022) – Irlanda
Dicen que «el hambre agudiza el ingenio», y esta proverbial frase se podría aplicar a la película que os quiero recomendar este mes. No es cuestión de apetito sino de presupuesto, una escasez económica que el director irlandés Andrew Legge y su equipo han suplido con originalidad, imaginación, creatividad y profesionalidad. Todo ello ha hecho que LOLA, su debut como director de cine, se haya convertido en mi modesta opinión en una de las sorpresas más refrescantes cinematográficamente hablando de la temporada.
Utilizando elementos de material antiguo (cámaras de cine, lentes y cámaras fotográficas) y fusionando material de archivo y metraje actual consigue en menos de 80 minutos hacernos partícipes de una apasionante historia entre la realidad y la ciencia ficción. Para que os hagáis una idea, viéndola, a mí me trajo a la cabeza películas como la maravillosa Zelig, de Woody Allen o My Mexican Bretzel, de Nuria Giménez Lorang,un falso documental que en su día ya recomendamos en esta misma sección.
Y no es que la película LOLA nos muestre una historia que no hayamos visto antes, pero hay algo intrínseco en la manera de contárnoslo que hace que verla sea una experiencia fresca y gratificante. Un evidente espíritu Punk sobrevuela un distópico filme que mezcla con pasmosa facilidad el pasado y el futuro, la comedia y el drama, el romanticismo y el empoderamiento.
Os pongo en situación: Londres, año 1941, mientras la Segunda Guerra Mundial parece encaminada a una aplastante victoria nazi, dos jóvenes hermanas, Martha y Thomasina, acaban de crear una máquina que puede interceptar transmisiones del futuro, esa máquina es LOLA.
Es difícil decantarse por una de las dos actrices principales: Estefanie Martini (Martha) o Emma Appleton (Thomasina), unas hermanas que rompen moldes, porque las dos están sublimes en sus respectivos personajes. Además tuvieron el hándicap de ocuparse de grabar ellas mismas muchas de las secuencias con la cámara mientras actuaban.
En cuanto al terreno musical, LOLA hará las delicias entre los melómanos, que podrán disfrutar de la música de clásicos como David Bowie, The Kinks, o el mismísimo Bob Dylan, en una banda sonora creada por otro músico de solera, Neil Hannon, líder de los irlandeses The Divine Comedy. No sé qué me da, que aunque no suene en la película, creo que el nombre que las hermanas han puesto a la máquina de su invención es un velado homenaje a la canción del mismo título de los Kinks.
La fotografía también es parte fundamental en LOLA, se nota que Andrew Legge proviene de ese mundo. En este caso, con equipos antiguos y unos acertados encuadres que nos remiten al cine mudo, logra recrear una atmósfera de otra época en la que a veces es complicado discernir en qué momento estás viendo material de archivo o cuándo no.
En definitiva, muchos y buenos son los ingredientes que hacen de LOLA una original y entretenida película. Prepárate para un apasionante y dinámico viaje en el que las decisiones pueden cambiar el destino del mundo. Pero ten cuidado, esto no es tan fácil como parece, las consecuencias pueden llegar a ser imprevisibles. Piénsatelo bien, ¿conectamos a LOLA?
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Sparta Ulrich Seidl (2022) – Austria
Aprovechando que el taller de cine Delicatessen de Alcañiz comienza este mes de septiembre una nueva temporada de proyecciones, quiero agradecer a todos mis compañeros que durante estos doce años que llevamos de andadura han ido presentando las películas. No me quiero olvidar de Anae Gil, Ana Rosa Miñana, Juanjo Errea, Fernando Blasco, Carlos Palos y por supuesto Jesús Gómez y Balbino Sastre. Gracias a todos ellos he descubierto grandes películas, diferentes maneras de hacer cine, y por supuesto directores que merecen mucho la pena. Es el caso de quién este mes va a ocupar la página de Cine con Compromiso, el director austriaco Ulrich Seidl.
Mis compañeros Balbino y Jesús se empeñaron en que conociésemos el cine de este peculiar director, tremendamente incómodo, difícil y desasosegante. Y para ello nos fueron programando la trilogía Paraíso: Amor (2012), Fe (2012), y Esperanza (2013). Película a película, la huella que este director ha ido dejando en mí ha sido cada vez más profunda. Y así me interesé por otros títulos más antiguos de su filmografía como las recomendables: Models (1999), Días perros (2001) e Import/Export (2007), y por supuesto con quizás su película más «digerible» entre comillas hasta la fecha, Rimini (2022). Esta última tiene un nexo común con Sparta (2022), la película que os quiero recomendar hoy, ya que cada filme cuenta la historia de un hermano. Es más, os recomiendo ver primero Rimini, para que encontréis sentido a las imágenes del padre de ambos que aparecen en Sparta.
La película, nominada a la Concha de Oro del Festival de Cine de San Sebastián, llegó cargada de polémica, no solamente por el peliagudo tema que se trata en ella, la pedofilia, sino también por manera tan personal de hacer cine de Seidl. A ello se unen las denuncias de los padres de los niños que actúan en la película, que acusaron al director de ocultarles el verdadero argumento de la misma, cosa que Ulrich Seidl niega tajantemente. De momento la policía de Rumanía (lugar donde se grabó la película) sigue investigando.
No quiero meterme en estos berenjenales, porque bastante tengo con intentar no caer también en la provocación cinematográfica que me produce Seidl con Sparta. La manera de tratar este tema con la visión cuasi humanista del pederasta que parece querer mostrarnos, es directamente jugar con fuego. Sparta nos narra los demonios interiores de Ewald, un cuarentón austriaco que tiene su vida hecha en Rumanía, pero decide romper con todo y empezar desde cero en un remoto pueblo, comenzando un viaje personal que va oscureciéndose cada vez más y más.
Si al escabroso tema tratado le unes la habitual y desolada manera de Seidl de ver la vida real con toda su dureza, mostrándonos la suciedad y el egoísmo del alma del ser humano y plantándolo como un puñetazo en toda la cara del turbado espectador, el resultado es inquietante y devastador. Siendo Sparta su película menos explícita hasta la fecha, me sigue causando escalofríos esa comparación entre la relación del pedófilo y los niños, y la de estos últimos con sus padres. Esta inhabitual óptica trazada hacia el pedófilo me recuerda ligeramente al enfoque de la también muy interesante y coetánea película de Carlos Vermut, Mantícora (2022), que también insufla humanidad en la tenebrosa mente de su personaje principal.
Quizás os escandalice, quizás os asuste, quizás os produzca repulsión, pero aunque no os guste, desgraciadamente para nosotros, habitantes de este planeta tan azul, no hay nadie que se acerque tanto como Ulrich Seidl a mostrarnos con tanta veracidad la ignominia del ser humano.
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
La gran juventud Valeria Bruni Tedeschi (2022) – Francia
A un servidor siempre le han gustado las películas sobre el cine dentro del cine. Grabadas a fuego en mi mente, han quedado títulos como: Cinema Paradiso, La noche americana, o Sunset Boulevard (El ocaso de una estrella), y aunque no sea exactamente el caso, ese fue uno de los motivos que me atrajeron para acercarme a la película que os quiero recomendar este mes, La gran juventud.
Y es que la película nos habla no del cine, sino del teatro visto desde dentro. Que no os dé pereza verla a los no iniciados como yo en este arte escénico tan primitivo y fundamental. Tenía mis reticencias antes de verla porque el público y los críticos no han sido muy condescendientes con La gran juventud. Estos últimos han tachado el filme de autocomplaciente, y aunque según mi opinión puede haber algo de ello, no es suficiente para que lastre el resultado final.
La directora es Valeria Bruni Tedeschi (antes de que miréis en la wikipedia os confirmo que sí, que Valeria es hermana de la modelo, cantante, actriz y ex-primera dama de Francia, Carla Bruni). Ahora que lo sabéis podemos continuar con la película. Pues bien, La gran juventud es ni más ni menos que la visión autobiográfica de los inicios como actriz de la propia Valeria Bruni Tedeschi en la École des Amandiers, la prestigiosa escuela de teatro de París dirigida en aquel entonces por el cineasta y actor de teatro Patrice Chéreau. Se nota la intensidad de los momentos vividos por la directora y quizás ese sea el punto fuerte que hace que el filme consiga engancharme hasta el final.
La gran juventud se convierte en una gran diapositiva llena de color y nostalgia producidos por ese intenso sentimiento vital de unos tiempos que ya no volverán. La brillante fotografía y una banda sonora en la que te puedes encontrar desde música clásica a Janis Joplin, pasando por leyendas musicales francesas como Aznavour o Les Rita Mitsouko, nos mete de lleno en mitades de los años 80, cuando el SIDA y las drogas causaban estragos en una joven generación que además fue presa del pánico por la falta de información precisa en muchos de estos aspectos.
Por supuesto, la parte fundamental del filme son sus actores, unos personajes que se comen la vida con voracidad mientras viven el fulgor de la juventud en su máxima expresión. Viven la vida a bocajarro y cada uno de ellos busca por diferentes motivos encontrar sentido a su existencia a través del teatro. Destaca sobre todos los demás la soberbia interpretación de Nadia Tereszkiewicz (protagonista y alter ego de Valeria Bruni Tedeschi en la película), que hace el papel de Stella.
Otros personajes como Anaïs, la mejor amiga de Stella, podían haber dado más de sí, pero la película peca de querer abarcar mucho, porque a pesar de sus más de dos horas de duración tiene demasiados frentes abiertos con personajes muy interesantes a desarrollar, que desgraciadamente se quedan en simples esbozos.
Así que preparaos para vivir el mundo del teatro visto desde dentro, con sus injusticias, rivalidades, egos, amistad, pasión, amores, promiscuidad, juegos de poder entre profesores y alumnos… Y con esa manera tan física de interactuar, en la que los actores desnudan su alma mostrando sus sentimientos más profundos.
La gran juventud es intensa como el resplandeciente fogonazo que se produce al encender una cerilla, ten cuidado, no te quemes los dedos.
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
El triángulo de la tristeza Ruben Östlund (2022) – Suecia
El director sueco Ruben Östlund se ha convertido en el «enfant terrible» del cine europeo, cada película que hace es una carga de profundidad contra la línea de flotación del capitalismo salvaje que impera en nuestros días. En esta ocasión, para su película El triángulo de la tristeza, ha elegido a la clase pudiente para lanzar sus dardos envenenados sin ningún tipo de disimulo.
Aparte de seguir arrasando en el Festival de Cannes, donde volvió a llevarse la Palma de Oro, premio que ya logró con su película anterior The square (2017), Östlund regresa sembrando la polémica entre la crítica y el público (creo que es justo lo que buscaba). El triángulo de la tristeza es su película más provocadora, descarada, satírica y ácida hasta la fecha. Aunque a veces pueda parecer que las situaciones sean muy forzadas, y nos muestre claramente su filiación política, también nos deja entrever su misantropía, que hace que todos los personajes que aparecen en la película tengan sus debilidades. Con Ruben Östlund tras la cámara no se salva nadie, y es justo reconocer en mi modesta opinión que ese es el punto más fuerte de su cine.
Me alegra particularmente que la reputación de Östlund vaya creciendo exponencialmente con cada filme que rueda, y creo que El triángulo de la tristeza es su película más completa hasta la fecha. Aunque no podría dejar de recomendar Fuerza Mayor (2014) reseñada anteriormente en esta publicación, Play (2011) o la antes mencionada The square (2017).
El triángulo de la tristeza empieza dando palos al superficial, hipócrita y artificioso mundo de la moda y la publicidad. Allí conoceremos a Carl, un modelo al que le van bien las cosas, y que tiene una relación con la influencer Yaya. A partir de entonces, nos serán contados en tres actos las peripecias que vivirá esta glamurosa pareja, y que os aseguro no tienen ningún desperdicio. Seguro que viéndola os recordará a la película Parásitos (2019), o a la novela El señor de las moscas. Incluso en un momento hay un velado homenaje a El sentido de la vida (1983) de los maravillosos Monty Python.
El título de la película hace referencia a ese pequeño triángulo de arrugas que se forma entre la frente y el entrecejo. A más preocupaciones, más pliegues te saldrán en esa zona. Seguro que después de leer estas últimas líneas acabas de ir a comprobar en el espejo tu grado de preocupación vital. Me imagino el resultado, lo siento.
Rodada en lugares tan paradisíacos como la isla Eubea en Grecia, a bordo del yate «Cristina O» que fuese construido en su día para el mismísimo Aristóteles Onassis. Cuenta con un elenco de actores no muy conocidos (exceptuando a Woody Harrelson, que por cierto hace un gran papel), pero que rayan a gran altura, destacando a Dolly De Leon que interpreta a Abigail, Zlatko Buric que hace de Dimitry, o la prometedora actriz sudafricana Charlbi Dean que desgraciadamente murió poco después de terminar el rodaje de la película con tan sólo 32 años de edad.
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
La maternal Pilar Palomero (2022) – España
Ver la película que os recomiendo este mes, La maternal, me hizo buscar datos sobre las madres adolescentes en este país, y quedé estupefacto al comprobar que según datos del año 2021, más de 1.700 menores de edad dieron a luz en España. Eso quiere decir que cinco niñas al día se enfrentan a la maternidad con edades comprendidas entre los 14 y los 17 años. En generaciones anteriores la maternidad tan temprana se achacaba a la falta de educación sexual. Quizás tengamos que mirarnos un poco el ombligo y entonar el mea culpa, porque está claro que algo estamos haciendo mal.
La directora zaragozana Pilar Palomero vuelve a ahondar en el mundo de la adolescencia femenina, como ya hizo en su aclamada opera prima Las niñas (2020). La maternal, en mi opinión, supera su debut. Precisamente rodando su primera película llegó a sus oídos la existencia en Barcelona de una casa de acogida para menores embarazadas. Desde el primer momento la directora se interesó por el tema, por supuesto visitó el centro y quiso hacer este gran homenaje a todas ellas en este necesario filme.
Ni que decir tiene que la mayoría de las actrices no son profesionales, sino menores que están en la casa de acogida donde se ha rodado parte de la película. La otra parte se grabó entre Barcelona ciudad y Los Monegros, curiosamente en localizaciones utilizadas en su día por Bigas Luna para rodar Jamón, jamón (1992).
Pilar Palomero sabe trabajar con adolescentes y lo demuestra dirigiendo a una prometedora joven llamada Carla Quílez, a quien descubrió en Instagram tras ver los videos bailando reguetón que colgaba la adolescente. Para el personaje de la madre eligió a Ángela Cervantes, que en mi opinión refleja el papel de progenitora de familia desestructurada de manera sublime. A las verdaderas madres adolescentes que también forman parte del elenco de actores de la película nos las presenta en tono documental, de una manera similar a como hiciese en su día Montxo Armendariz en No tengas miedo (2011), filme que ya recomendamos en esta misma sección.
La maternal nos narra la vida de la joven Carla que vive con su madre en un viejo restaurante de carretera situado en las afueras de un pueblo. La vida no es fácil para las dos, y la relación entre ellas es tumultuosa. Carla, ante las ausencias prolongadas de su madre, se dedica a faltar a clase y a meterse en líos junto a su amigo Efraín.
Pilar Palomero afronta las situaciones que viven de primera mano estas todavía niñas, que de repente se ven en la tesitura de enfrentarse a un embarazo y una maternidad para la que ni por asomo están preparadas. Y lo hace sin posicionarse en temas como el aborto o el derecho a la vida, desde una mirada positiva dentro de la cruda realidad que viven estas niñas, que incluso son señaladas, criticadas y excluidas por la gente que les rodea.
Pero eso sí, en La maternal quedan claros algunos de los múltiples factores que hacen que esta dura realidad social siga perpetuándose en el tiempo. Algunos de ellos son: las familias desestructuradas que siempre llevan consigo carencias afectivas y educacionales; la escasez de medios desde la administración para con estas niñas; y, sobre todo, ese incierto futuro que se cierne sobre una nueva familia que ya de por sí nace rota y que tiene los visos de repetir el mismo camino que ha llevado a esa niña a ser madre a tan temprana edad.
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
La consagración de la primavera Fernando Franco (2022) – España
Hay directores, como es el caso de Fernando Franco, que no tienen ningún complejo en afrontar temas bastante profundos y escabrosos en sus películas. Ya nos lo demostró en su excepcional debut La herida (2013), cuya temática ponía en primer plano la salud mental, o en su siguiente y también interesante, Morir (2017), cuyo título ya lo dice todo. En esta ocasión vuelve a dejar al espectador clavado en la butaca con su nueva obra La consagración de la primavera.
El tema tratado en este caso sigue siendo igual de peliagudo, la sexualidad y los discapacitados. Me viene a la memoria la también interesante película estadounidense basada en hechos reales, Las sesiones (2012), en la que Helen Hunt realizó un gran trabajo. Eso sí, la personal manera de hacer cine de Fernando Franco hace que La consagración de la primavera aborde el tema desde un prisma y una estética completamente diferentes a las del filme americano.
La película nos cuenta el confuso despertar hacia la madurez de Laura, una chica que acaba de llegar a Madrid a estudiar la carrera de Química, y se encuentra sola y llena de complejos e inseguridades. Una noche en una fiesta conoce por casualidad a David, un chico con parálisis cerebral. Este fortuito encuentro hará que Laura tenga que enfrentarse cara a cara a todos sus miedos.
Y es que el director aborda el tema con sencillez, sin tapujos ni tabúes, y lo que es más importante, sin juzgar a los personajes que aparecen en la película. Hace que esta labor recaiga sobre los espectadores, que tendrán que ver la evolución de los mismos e intentar hacerse una composición de lugar para poder entender el porqué de unas u otras reacciones.
Ya desde el inicio, el filme está lleno de metáforas. Una fortuita rotura del vaso provoca un corte en el labio de Laura y ya nos indica que hay algo resquebrajado en el interior de esa tímida y reservada joven. Poco a poco tendremos que indagar en la psique de la protagonista para intentar comprender el porqué de sus actos. Por el contrario, David parece el contrapunto de Laura, a pesar de su discapacidad (parálisis cerebral), está lleno de vitalidad, de buen humor (negro en muchas ocasiones), y por supuesto de deseo, como cualquier joven de su edad. Telmo Irureta, discapacitado en la vida real, llena la pantalla de vida con su presencia, y este papel le valió el Premio Goya al mejor actor revelación el pasado año.
Merece la pena destacar también la variada banda sonora del filme, que va desde la bachata de los bares de copas, pasando por la música electrónica de las discotecas, al blues clásico de Lead Belly o Bessie Smith (que gran gusto tiene David), y termina con el vanguardista concierto para ballet que creó Igor Stravinsky, y que por supuesto da título y tiene un gran significado para la película.