CRITICA DE PELICULA

Lamb (2021) – Valdimar Jóhannsson

PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)

Lamb
Valdimar Jóhannsson (2021) – Islandia

Últimamente las películas que más me interesa proponeros parecen estar cortadas por el mismo patrón: cine escandinavo, historias reales que tienen componentes sobrenaturales, dramas psicológicos, pero sobre todo películas muy pero que muy retorcidas…

La que os recomiendo este mes proviene de ese país que, de un tiempo a esta parte, todo el mundo quiere, o acaba de conocer, Islandia. No es el primer acercamiento al cine islandés que realizo desde estas páginas, este fue, Rams (El valle de los carneros), estrenada el año 2015, y curiosamente, en el filme que os propongo, Lamb, el protagonismo también lo acaparan las ovejas.

María e Ingvar viven criando corderos en una granja alejada de la civilización, un hecho trágico ha marcado sus vidas, y se escudan en la rutina diaria de su trabajo y en su fe religiosa para continuar adelante a pesar del dolor que comparten. Pero, de repente, un acontecimiento insólito cambiará para siempre a esta desdichada pareja.

A partir de esta premisa, el director y guionista de Lamb, Valdimar Jóhannsson, nos va a adentrar en una espiral bizarra, perturbadora e incómoda, mostrándonos situaciones que nos van a insinuar muchos caminos que seguir. Así que tú como espectador debes ser hábil y estar atento desde el primer segundo de la película, advertido quedas. Aún y todo, el filme puede llevarte a trazar varias teorías, y en función de la que elijas, el final te puede parecer un acierto o una metedura de pata. Yo me guardo mi opinión, pero os adelanto que mi teoría no coincide con el desenlace final de Lamb, lo cual no quiere decir que esta sea más o menos acertada.

Lamb, desde su propio título y el arte del cartel que presenta la película, está llena de simbolismo religioso, existen claras referencias bíblicas, con algunos momentos místicos y metafóricos que quedan bastante claros. Por otra parte, dentro del drama que se vive durante todo el filme, hay algunos momentos grotescos e hilarantes que rozan lo absurdo e incluso el surrealismo. Pero os aviso que esta incómoda película hay que tomarla como una especie de fábula vestida de realismo mágico, que aunque con muchas dosis de intriga y suspense, nunca llega a acercarse del todo al género del terror.

La actriz sueca Noomi Rapace destaca sobre sus compañeros de reparto, se basta de sus gestos contenidos y de ese halo de tristeza en su mirada para transmitirnos ese inmenso dolor y vacío que siente por dentro. Como en todas las películas que participa, eleva el nivel de las mismas sólo con su presencia.

Como no podía ser menos, la fotografía de Lamb es espectacular y visualmente fascinante, convirtiendo los bellos y a la vez agrestes paisajes de la tundra islandesa en una inquietante pero a la vez maravillosa mezcla de tonos grises y verdes en los que la niebla acaba cayendo y acaparando el protagonismo total. Ambiente duro y hostil, aunque también encontramos bonitos y tranquilos parajes que reflejan la inmensidad de la naturaleza y la insignificancia y la soledad del ser humano.

Os aconsejo que deis una oportunidad a esta inclasificable película islandesa, que, por cierto, pone sobre la mesa un tema que ahora mismo está en el candelero: la adopción, pero también se ocupa de resaltar la hipocresía religiosa, la necesidad de encontrar la felicidad ¿a cualquier precio?, el poder del hombre para cambiar el orden natural de las cosas, e incluso la humanización de los animales cada vez más llevada el extremo.

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The innocents (2021) – Eskil Vogt

PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)

The innocents
Eskil Vogt (2021) – Noruega

No es nada habitual que me seduzca el cine fantástico, sobrenatural o de terror, y aunque quizás The innocents contenga todos esos ingredientes, el resultado del guiso es apto para paladares menos acostumbrados a este tipo de comidas más «picantes». Lo primero que me atrajo de la película fue el arte de ese espectacular cartel que la anuncia, y acto seguido leer en sus créditos el nombre de su director Eskil Vogt, del que ya hablamos anteriormente en esta publicación por su gran trabajo en el guión de la película La peor persona del mundo (2021).

En mi opinión, Eskil Vogt es un director que tiene la habilidad de saber mostrar las debilidades de la psique humana. Ya lo hizo en su primera película, la inquietante y perturbadora Blind (2014). También fue guionista de la película Thelma (2017), de la que claramente ha desarrollado muchas ideas para el filme que os recomiendo este mes. En The innocents nos demuestra, además, que es un auténtico maestro a la hora de dirigir a niños. Sin cambiar un ápice su manera de hacer cine, y con las características habituales que nos encontramos en el cine nórdico: muy buena fotografía, puesta en escena minimalista, tempo lento y frío. El director consigue crear una atmósfera real en una historia en la que suceden fenómenos paranormales, y que bien podría estar sacada de un cómic manga.

The innocents nos cuenta la llegada a una urbanización junto al bosque de una familia noruega. Han aprovechado las vacaciones de verano para hacer la mudanza, y sus dos hijas, Ida y su hermana mayor Anna, que es autista y a la que Ida tiene que cuidar constantemente, comienzan a relacionarse con dos niños del vecindario, Ben y Aisha. A partir de ese momento viviremos las peripecias de estos chavales y sus inquietantes juegos.

Los cuatro niños actores están magníficos, no en vano el director pasó un año trabajando con ellos. Pero destaca la actuación de Alva Brynsmo Ramstad en el papel de Anna, la niña autista, que te hace dudar si está interpretando el papel, o es autista en realidad.

Aparte de la historia que se nos cuenta, está claro que Eskil Vogt busca con ella escarbar en nuestro cerebro y dar con esas fobias, esos temores, que todos hemos tenido en nuestra niñez. ¿Quién, en la oscuridad de su habitación no ha sentido un pánico infinito al creer ver monstruos en las sombras que se reflejan en ella?

Pero hay mucho más que eso, también nos muestra que detrás de la pureza e inocencia de los niños hay una crueldad y un egocentrismo intrínseco. Y nos formula una pregunta: ¿la maldad nace, o se hace? La película pone el foco en problemas que desgraciadamente son cada vez más habituales en los niños de hoy en día: falta de empatía, incomunicación, aislamiento, falta de cariño, agresividad…

Los adultos quedan totalmente relegados a un plano muy secundario. Los pequeños (que, por cierto, me recuerdan un poco a los de la gran película ¿Quién puede matar a un niño? (1976) de Narciso Ibáñez Serrador) son los que tienen el mando en esta cruda historia de terror psicológico, en la que tendrán que enfrentarse a dilemas morales. ¿Hasta dónde pondrán sus límites? Tendrás que descubrirlo en esta incómoda e inquietante película capaz de enternecerte y aterrarte a partes iguales. Ya están tardando en Hollywood en comprar los derechos de The innocents para hacer un remake. Y si no, al tiempo…

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7 minutos (2016) – Michele Placido

PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)

7 minutos
Michele Placido (2016) – Italia

Aprovechando que este mes se celebra el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, os quiero proponer el filme italiano 7 minutos. La película está protagonizada por nada menos que once mujeres que tendrán que tomar una decisión que podría acarrear graves consecuencias según sea el resultado de sus votos.

7 minutos está inspirado en una historia real acaecida el año 2012 en el pueblo francés de Yssingeaux (Alto Loira), y también está basada libremente en la obra de teatro homónima creada por Stefano Massini.

La historia se desarrolla en una empresa textil italiana que acaba de ser vendida a una multinacional francesa. La nueva propiedad quiere incluir una cláusula nueva en el contrato existente. La representante sindical de la empresa y sus otras diez compañeras delegadas, deberán votar si aceptan o no esta nueva estipulación.

A partir de esta premisa, las once mujeres debatirán de manera vehemente cuáles pueden ser las consecuencias del resultado de su decisión final. Una resolución que afectará sin duda al centenar de trabajadoras que forman parte de la empresa.

Las once mujeres representan perfectamente diferentes perfiles tanto en edad como en situación familiar, origen de procedencia, antigüedad en la empresa, etc. Así que tendremos oportunidad de conocer las razones que esgrime cada una de ellas para emitir un voto positivo o negativo. Entre ellas destaca Bianca, la representante sindical, seria, mujer de pocas palabras, y muy respetada por sus compañeras. Tan veterana como ella, Ornella aporta las dosis de mesura necesarias, además de compartir mesa de negociación con su embarazadísima hija Isabella. El carácter lo tiene y lo saca en cualquier momento Angela. Hira y Kidal son emigrantes con un duro pasado, y un presente nada halagüeño. Poderosa y contradictoria es Greta, protagonizada por la cantante Ambra (quien a mitad de los 90 tuviera su pequeño momento de gloria en España). La benjamina del grupo es Alice, y también la que menos tiempo lleva trabajando en la empresa.

Aunque de modo secundario, también veremos los teje manejes de los antiguos directivos de la fábrica, y de la nueva supervisora que acaba de llegar de París enviada por su multinacional. Y por supuesto, el resto de trabajadoras de la empresa que esperan en la calle la decisión que van a tomar sus compañeras.

7 minutos tiene momentos en los que se palpa el ambiente de incertidumbre, presión y nervios que se producen en un conflicto laboral. Más acentuado aún con las diferentes crisis sufridas durante las últimas décadas, en las que los trabajadores han ido perdiendo paulatinamente derechos y poder adquisitivo.

La precariedad laboral, el acoso en el trabajo, la inmigración, incluso los accidentes laborales, son algunos de los temas que afectan de una u otra manera a algunas de las protagonistas de esta tensa mesa de negociación.

A pesar de la variedad de sus personajes y los diferentes conceptos relacionados con el tema laboral, 7 minutos se centra quizás demasiado en las formas y no profundiza en el fondo de la cuestión. Pero al fin y al cabo es un buen homenaje a las mujeres y a su lucha constante en todos los ámbitos de la vida.

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A la vuelta de la esquina (2018) – Thomas Stuber

PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)


A la vuelta de la esquina
Thomas Stuber (2018) – Alemania

En la reseña del mes pasado de esta misma sección ya comenté las excelencias del joven actor Franz Rogowski, al que descubrí en la película titulada A la vuelta de la esquina, que es la que precisamente os quiero recomendar en esta ocasión. Este filme alemán está basado en el relato corto En los pasillos, obra del escritor Clemens Meyer, que además ha sido coautor del guion junto a Thomas Stuber, el director de la película.

Partiendo de un argumento bastante sencillo, el director nos muestra la rutinaria actividad del turno de noche en un gran almacén para mayoristas. Thomas Stuber logra poco a poco meternos dentro de ese monótono y gris mundo laboral, en el que la vida de sus trabajadores sigue siendo igual de anodina después de salir del trabajo. Para conseguir que el espectador empatice con la historia, sabe jugar perfectamente con la banda sonora, y ya desde el principio nos pone en situación con una magnífica coreografía visual sustentada por el vals de Johann Strauss. También es de destacar el importante papel que juegan los sonidos, sobre todo el de las carretillas elevadoras. La fotografía cumple con su cometido, en una película de ambiente frío, de espíritu gris, ya que se desarrolla en muchos momentos durante el turno de noche, y lo hace de manera natural y discreta.

Otro de los grandes aciertos de A la vuelta de la esquina es el montaje de la misma, y la manera de presentarnos la historia en tres partes, que son las tres vidas de los tres protagonistas de la película. Y a pesar de que cuentan con una desigual cuota de pantalla entre ellos, son indispensables en este peculiar triángulo laboral que forman Christian, Marion y Bruno. Y es que, este trípode actoral es el que mantiene viva esta película a la que le cuesta arrancar, pero después te lleva hacia un desenlace tan inhabitual como inesperado. Como ya he dicho es de destacar el fenomenal trabajo actoral de Franz Rogowski (el Joaquin Phoenix europeo), quien da vida a Christian, un joven tímido e introvertido, con un pasado oscuro que está marcado para siempre en su cuerpo en forma de tatuajes, y del que intenta huir desesperadamente. Los compañeros de Rogowski tampoco le van a la zaga, especialmente Peter Kurth, que representa a Bruno, compañero y mentor de Christian desde que este comienza a trabajar en la empresa. El papel de la pizpireta Marion lo protagoniza Sandra Hüller, una actriz que, aunque joven, ya tiene un currículum cinematográfico de bastante enjundia.

A la vuelta de la esquina nos cuenta la historia de Christian, que intenta dejar sus problemas y centra su vida en el nuevo trabajo de reponedor que acaba de encontrar en un gigantesco almacén para mayoristas de la antigua Alemania del Este. Allí tendrá como compañero y maestro en su aprendizaje a Bruno, un ex-camionero, que, al quebrar la empresa en la que trabajaba y ser comprada por el centro logístico, fue admitido en el almacén como muchos de sus compañeros. Bruno es también hombre de pocas palabras como Christian, pero siempre tiene las justas y necesarias para guiar a su inexperto compañero en su nueva aventura laboral y vital. Reponiendo en la sección de dulces trabaja Marion, quien coincide con Christian en la sala donde está la cafetera. Marion es alegre, seductora, la chispa de luz que ilumina la oscura rutina de la fábrica y el corazón del inseguro Christian, que quedará prendado de Marion nada más conocerla.

La película está llena de símbolos y metáforas que ilustran y enriquecen la historia. Pero su gran acierto es la manera tan poética de contarnos dentro de un lugar tan inhóspito, oscuro y gris, este peculiar cuento de amor platónico y de amistad que tiene bastante más carga de profundidad de la que parece. Y que horas, e incluso días después, hará reflexionar al espectador. Hasta en la vida más humilde, pequeña y gris, puede esconderse una gran historia de amor, y las pequeñas cosas, los pequeños gestos, hechos desde el corazón, crean vínculos indestructibles entre las personas.

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Great freedom (2021) – Sebastian Meise

PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)

Great freedom
Sebastian Meise (2021) – Austria

La película que os presento este mes hace honor a su título, Great freedom (Gran libertad), es un gran ejercicio cinematográfico y nos cuenta con total libertad una historia inspirada en hechos reales que sirve para denunciar el artículo 175 del código penal alemán y ya de paso homenajear a las víctimas que sufrieron sus consecuencias durante décadas. El citado artículo 175 permitía al estado perseguir a los homosexuales e incluso encarcelarlos. La pena penitenciaria aumentó hasta los cinco años de prisión con la llegada de los nazis al poder. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, la derrota nazi, y la liberación de los campos de exterminio, incomprensiblemente el artículo 175 se mantuvo en la Alemania occidental, y los pocos homosexuales que consiguieron sobrevivir a los campos de concentración fueron trasladados a las cárceles a seguir cumpliendo su condena.

El director austriaco Sebastian Meise rodó la película en una prisión abandonada de la Alemania del Este, y como suele ser costumbre en el estilo del cine austriaco, nos muestra con dureza, de manera directa, y casi sin tapujos la vida carcelaria en los duros años de la posguerra. La fotografía del film acentúa aún más si cabe la claustrofobia de esas frías, inhóspitas y sucias celdas, tan deshumanizadas como los propios funcionarios de prisiones que las vigilan. Prácticamente no se utiliza música, quizás para no realzar en demasía los momentos melodramáticos, que no son pocos. Ya sólo estéticamente, Great Freedom es mucho más que un drama carcelario al uso.

La película nos muestra la historia de Hans, en tres etapas de su «carcelaria» vida, 1945, 1957 y 1969. Hans fue arrestado por mantener relaciones homosexuales en unos baños públicos, sobrevivió a un campo de concentración y la «liberación» de los aliados supuso para él un nuevo encierro carcelario. Allí en la cárcel, su condición de homosexual quedará marcada desde el principio con un código en la puerta de su celda. Una celda que va a tener que compartir con Viktor, hombre de pocas palabras y para desgracia de Hans además homófobo.

El papel de Hans esta magistralmente interpretado por un nuevo valor del cine europeo, el actor y bailarín alemán Franz Rogowski, de quien sigo la pista después de descubrirlo en la interesante película A la vuelta de la esquina (2018). Para caracterizar el papel de Hans Hoffman en Great freedom, Rogowski tuvo además que perder unos cuantos kilos.

El director navega hábilmente entre las diferentes etapas carcelarias de la vida de Hans utilizando la técnica del flashback, y recurriendo también en ocasiones a encabezar con un título el año al que se refiere ese salto en el tiempo de la historia. La valía de la película ha sido reconocida con prestigiosos premios entre los cuales destacan el Premio del Jurado en el Festival de Cannes, o el Premio del Cine Europeo a la mejor fotografía. Aunque cuenta con imágenes explícitas de sexo, Sebastian Meise no busca epatar o provocar al espectador, de hecho en muchas ocasiones no permite que veamos situaciones de violencia. Al contrario, en un ambiente tan deprimente consigue que su cámara se centre en pequeños detalles que suavizan el rugoso contenido del filme.

A pesar de su duración la película se me hizo corta, es más, no quería que terminase. Great freedom es mucho más que un drama penitenciario, es una historia real, de cómo intentar sobrevivir a dos cárceles al mismo tiempo. La cárcel física en la que el protagonista está recluido y la mental en la que el estado intenta ahogar sus sentimientos. El aislamiento, el rechazo, el odio, el desprecio, serán una losa pesada con la que convivir, al igual que la soledad, la falta de afecto y el deseo. Pero si hay algo que Hans busca desesperadamente es la libertad, la libertad de amar a quien desee. ¿Logrará algún día su propósito? Tendrás que ver Great freedom para poder descubrirlo.

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Un pequeño mundo (2021) – Laura Wandel

PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)

Un pequeño mundo
Laura Wandel (2021) – Bélgica

Parece ser que últimamente el cine belga goza de buena salud, nos lo está demostrando con buenas películas, y lo que es más importante con una cantera bien surtida de jóvenes promesas de la dirección como es el caso de la realizadora Laura Wandel. Con su ópera prima Un monde, titulada para ser exhibida en las salas españolas como Un pequeño mundo, ha conseguido según mi opinión tratar de manera tan delicada como magistral un tema tan peliagudo como es el del acoso escolar o bullying.

La película también ha recibido el reconocimiento de la crítica cinematográfica, concretamente el de la prensa especializada que le otorgó un más que merecido premio FIPRESCI en el Festival de Cannes del pasado año. Además, Un pequeño mundo fue nominada a los Premios del Cine Europeo y seleccionada para representar a su país, Bélgica, en la carrera hacia los Oscars.

El estilo cinematográfico de Laura Wandel tiene evidentes influencias del de sus paisanos los hermanos Jean Pierre y Luc Dardenne. Un pequeño mundo también me recuerda, aparte de por su temática infantil, al cine de la realizadora francesa Céline Sciamma en películas como Tomboy (de la que ya os hablé desde estas mismas páginas) o la más reciente Petite maman, en la que incluso la duración del metraje y el cartel que la representa son muy similares.

Desde el comienzo, Laura Wandel nos mete de lleno en la historia presentándonos una situación que todos hemos vivido, la misma que la pequeña Nora, una niña de siete años que llora desconsolada mientras se aferra fuertemente a su padre ante la tesitura de enfrentarse sola a su primer día de colegio. Su hermano mayor Abel intenta calmarla con la promesa de que se verán en el recreo. A partir de entonces viviremos de primera mano las tribulaciones de Nora en ese nuevo, gigantesco y desconocido mundo que va a ir descubriendo y en el que va a tener que intentar encontrar su lugar.

Cámara en mano y siempre a la altura de los ojos de Nora, la directora nos muestra la mirada entre inocente y temerosa de la pequeña. Los abruptos a veces movimientos de la cámara reflejan los vaivenes emocionales de la protagonista que intenta asimilar todo lo que le pasa a ella y a su entorno. La mayor parte de las imágenes se centran en los juegos o las clases. Los profesores, los padres, e incluso el propio colegio aparecen en contadas ocasiones e incluso desenfocados, dándonos a entender quizás lo alejados que están cuando se presenta el problema del bullying. Los primeros planos son mayoritariamente para Nora, interpretada por la pequeña Maya Vanderbeque en una de las actuaciones más memorables que yo recuerde en muchos años. La mirada de Nora, o sus cada vez más «adultas» reflexiones, conmueven, emocionan y producen un efecto devastador en cualquiera que vea la película. Está claro que, aparte de la valía de la niña, Laura Wandel ha sabido dirigirla a la perfección.

En tan sólo 70 minutos y en una manera de rodar que a veces se asemeja a un documental, Un pequeño mundo nos muestra la lacra del acoso escolar desde un punto de vista novedoso, sin querer juzgar nada ni a nadie, simplemente mostrándonos los hechos, pero sobre todo haciéndonos partícipes de cómo son las emociones que viven en su interior las víctimas. La sensación de terror, claustrofobia, indefensión, soledad o asfixia son palpables a cada momento en un ambiente hostil, opresivo y lleno de tensión desde el primer instante.

La directora sabe jugar también la baza del sonido, ya que prescinde totalmente de una banda sonora al uso. Utiliza por ejemplo el estridente y molesto vocerío de los alumnos en el recreo como una especie de terrorífica alarma que avisa a la protagonista de que se ponga en guardia. Al contrario, el efecto del sonido amortiguado en la profundidad de la piscina provoca en ella una especie de colchón de paz interior. Esto la aleja durante unos segundos de la realidad que le toca afrontar en cuanto vuelva a salir a la superficie.

Os aconsejo que veáis Un pequeño mundo en versión original, junto a vuestros hijos, es más, desde ya esta película debería ser de obligada proyección en todos los centros escolares.

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