PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
80 egunean José Mari Goenaga, Jon Garaño (2010) – España
Es habitual leer o escuchar en los medios de comunicación especializados críticas y lamentos de la baja calidad del cine español, y aunque según mi opinión hay proyectos realmente sonrojantes que reciben un fuerte apoyo tanto económico como promocional, el verdadero problema radica en la respetable cantidad de películas interesantes que cada año pasan de puntillas por la cartelera, o ni siquiera entran en el circuito comercial de salas. Una mejor distribución de ese cine casi anónimo, hecho con pocos medios, y un mayor apoyo mediático de los que tanto se quejan de la falta de buenas películas, seguramente harán que películas como 80 Egunean hubiesen tenido en su día toda la repercusión que merecen.
Pero la otra parte importante del cine, y sin duda la más esencial, son los espectadores. Así que, si vosotros lectores de esta publicación pensáis que os vais a ir de rositas, estáis muy equivocados. Nosotros los espectadores deberíamos entonar el mea culpa, empezando por esa costumbre que tenemos de dar más valor a una película sólo por el hecho de que venga de fuera de nuestras fronteras. En el caso de la película que nos ocupa hoy también hay que añadir que 80 Egunean tuvo el hándicap de no ser doblada del euskera al castellano y sólo se proyectó con subtítulos (cosa que me parece un gran acierto). Personalmente, no entiendo ese reparo que tenemos a ver las películas en versión original con subtítulos. En este aspecto comparto la misma opinión que el desmesurado y excéntrico crítico de cine Carlos Pumares, quien habitualmente apostilla con acierto: «Por muy bueno que sea el doblaje, si no ves una película en versión original te pierdes más de media película».
El caso es que, entre unas cosas y otras, 80 Egunean pasó totalmente desapercibida en su día, y ni siquiera recibió ningún premio de los medios especializados. Craso error, porque para mi gusto este debut en el mundo del largometraje de sus directores José Mari Goenaga y Jon Garaño está a un gran nivel. Los descubrí con su siguiente película, Loreak, que si bien recordáis, ya recomendé en esta publicación con anterioridad. Pensaba de manera errónea que esa era su primera película, y que 80 Egunean era un cortometraje, hasta que hace unos días, mirando en la filmografía de los directores para ver si habían estrenado algún nuevo proyecto, me di cuenta de que no sólo no debutaron con Loreak, si no que 80 Egunean está al mismo nivel, e incluso os gustará más.
La película se adentra en terrenos difíciles, trata temas como la vejez y el amor, vistos desde el prisma de una sociedad como la vasca, que no es precisamente la más dada a mostrar sus sentimientos. Y lo bueno es que estas cuestiones que a priori no casan muy bien en el mundo del cine, son manejadas por esta dupla de directores con una soltura y una frescura envidiables.
El desencadenante indirecto de toda esta historia es, al igual que en Loreak, un accidente de tráfico. Este hecho va a tener repercusión en mayor o menor medida en todos los protagonistas de la película. Sin duda alguna, la película se centra en los dos personajes femeninos, Axun y Maite. Igualmente nos deja una profunda huella el personaje de Juan Mari, el marido de Axun, que tan bien representa la figura del patriarca vasco. Es un anciano de caserío, hosco, trabajador, al que le es casi imposible demostrar sus emociones. Está interpretado magistralmente por el actor José Ramón Argoitia. Más merito si cabe tienen las dos actrices principales, Itziar Aizpuru y Mariasun Pagoaga, que, llegando desde el teatro amateur, dotan a sus personajes de una ternura y una belleza interior increíble.
La película, como su propio título indica, nos cuenta 80 días en la vida de sus protagonistas. Cada día es un pequeño capítulo en el que con sutil delicadeza los directores nos ponen en situación, y al poco de empezar conoceremos bastante bien la personalidad de sus personajes principales. Aunque la película no sea una comedia, el humor va apareciendo en pequeñas y certeras pinceladas, que nos ayudan a entrellevar esta historia que se va a ir complicando más y más.
Hacía tiempo que una película no me revolvía tanto por dentro. 80 Egunean te atrapa sin que te des cuenta y te aseguro que algún día tendrá el reconocimiento que se merece. Atrevida pero sencilla, inaudita pero creíble, vasca pero universal. Y con un final lógico. ¿Qué más se puede pedir?
PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
La ruleta de la fortuna y la fantasía Ryûsuke Hamaguchi (2021) – Japón
Hace unos meses acudí al cine apremiado por los cantos de sirena de la crítica que ensalzaba la película japonesa Drive my car, y especialmente a su director Ryûsuke Hamaguchi. El cine oriental no es uno de mis fuertes. A mi pequeño cerebro le cuesta procesar esa manera tan particular de contarnos historias procedentes de esa fascinante cultura tan alejada de la occidental. Pero tras el gran sabor de boca que me dejó en su día el filme Parásitos, y dado que la crítica especializada ponía a Drive my car a su altura, mis expectativas estaban por las nubes…Y como suele pasar casi siempre en estos casos, la película no las colmó. Siendo sincero me dejó un poco frío, aunque también percibí matices que me hicieron investigar en la filmografía de Hamaguchi.
Comencé visionando su película Happy hour, que me sorprendió gratamente, el único pero es la duración de la misma – ¡más de 5 horas! Así que probé suerte (nunca mejor dicho) en La ruleta de la fortuna y la fantasía, que nos cuenta en tan sólo 2 horas nada menos que tres historias independientes entre sí, y es la película que os aconsejo para iniciaros en la obra de este interesante director japonés.
En La ruleta de la fortuna y la fantasía el guion está escrito íntegramente por el propio Hamaguchi, y en él se nota su maestría a la hora de desnudar el alma de cada uno de los personajes gracias a las situaciones y diálogos creados por su hábil manera de escribir y describir sentimientos. Como es habitual en su filmografía, son las mujeres quienes llevan la voz cantante en cada una de las tres historias que conforman la película, y que aunque no tienen nada que ver entre sí, guardan un nexo común y mantienen la unidad total del producto que vamos a ver.
Para gustos están los colores, y, si me tuviera que quedar con una historia, me quedaría con la primera, Magia, una interesante relación de amor, deseo, dolor y arrepentimiento en la que el azar (como en las otras 2 historias) jugará un papel importante. Temas universales tratados desde la óptica de una sociedad como la japonesa, donde los sentimientos muy contenidos (a unos niveles casi incomprensibles para el público occidental) y la toma de decisiones va a marcar la vida de cada uno de nosotros irremisiblemente para bien o para mal.
La segunda historia se titula La puerta abierta de par en par. En ella, desde una situación muy incómoda, Hamaguchi eleva las cotas de erotismo a una altura inimaginable gracias tan sólo a las palabras. La historia puede ser una metáfora de los prejuicios y los tabúes que tiene la sociedad japonesa respecto al sexo. Una sociedad reprimida e hipócrita que juzga y condena sin reparar en el daño causado. La protagonista de la misma dará un giro de 180 grados en sus pretensiones y el azar también volverá a hacer de las suyas…
La tercera y última historia titulada Una vez más tiene un punto de absurdez o surrealismo, llamadlo como queráis. No terminó de convencerme del todo, aunque está claro que hasta cierto punto la historia podría ser verosímil en nuestro mundo actual. El azar vuelve a jugar en un reencuentro muy deseado por una de las dos protagonistas. La otra vive su vida sin más, la posición social de la que disfruta le hace tener el piloto automático puesto hasta que el fortuito encuentro se produce. Aquí el director nos muestra su desengañada visión de la generación que supera con creces los 40 años, en la que la infelicidad y la frustración parecen haberse instalado en sus vidas.
Al estilo del director John Cassavetes, que Hamaguchi reconoce como su mayor influencia, pero con un muy particular enfoque, La ruleta del amor y la fantasía se convierte en una fábula sobre los sentimientos y las decisiones, que queramos o no, van trazar el camino por el que transcurrirá nuestra efímera existencia en este mundo. ¿Te atreves a jugar?
PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
La peor persona del mundo Joachim Trier (2021) – Noruega
Últimamente no he andado muy atinado eligiendo qué estrenos filmográficos iba a ver, y no quiero citar nombres, porque algunas de las decepciones que me he llevado han recibido algún premio importante. Con la película La peor persona del mundo mi suerte cambió, en principio no pensaba ir a verla, porque la venden como una comedia romántica, cosa de la que por suerte no hay ni rastro en la película, pero al indagar un poco descubrí que uno de los guionistas es Eskil Vogt, director de la incómoda y perturbadora Blind (2014), y el otro guionista y director que es Joachim Trier ya me había llamado la atención con su película del año 2011, Oslo, 31 de agosto.
La peor persona del mundo fue nominada en la edición de los Oscars de este año al mejor guion original y a la mejor película internacional. Pero aunque no obtuvo ninguna estatuilla, su protagonista principal, encarnada por la actriz Renate Reinsve, sí que se llevó un merecidísimo premio a mejor actriz en el Festival de Cannes. El filme nos cuenta el periplo vital de Julie, una joven a punto de cumplir los treinta años y que no tiene muy claro qué camino tomar en la mayoría de aspectos de su vida: laborales, afectivos, familiares, etc.
Julie tiene la posibilidad de elegir, y no una ni dos veces, el sentido profesional que quiere dar a su vida, también hace lo mismo con los hombres con quienes se relaciona sin dar el visto bueno a ninguno. Nada le llena, todo le cansa, ¿pero por qué?, ¿quizás el hecho de tener tantas posibilidades no le haga valorarlas?, ¿es quizás el miedo a madurar, o a tomar decisiones lo que complica sus diferentes elecciones?, ¿o quizás ese guiarse por los impulsos de cada momento le hace sentirse libre, pero no realizada?
Todo eso tendremos que ir descubriéndolo poco a poco en ese viaje por la treintena que inicia Julie junto a su nueva pareja Aksel, un exitoso dibujante de comics 10 años mayor que ella. Y aquí es donde vamos a ver un certero retrato de las diferencias que existen entre los cuarentones y los millenial, cuya principal característica radica en que estos últimos adoptaron íntegramente a su modo de vida internet y las redes sociales, hecho que ha influido decisivamente en las relaciones de pareja y las ha cambiado para siempre (si ya est´as por los cuarenta sabrás a lo que me refiero).
La peor persona del mundo nos muestra cómo los pilares que soportan los valores de la sociedad occidental: el trabajo, el matrimonio, la maternidad, la familia, se ven postergados cada vez más y más en el tiempo por las nuevas generaciones. ¿Quizás por su inmadurez?, ¿quizás por intentar vivir sólo el presente?, ¿será por egoísmo o individualismo?, ¿o quizás sea una decisión libre y consecuente porque han descubierto que no necesitan depender de nadie para ser felices?
Mostrándonos pasajes cotidianos de la vida de pareja, el director, con algo del cine de Lars Von Trier (pariente lejano por cierto) nos da una buena dosis de realismo, aunque también juega con la ficción en dos pasajes de la película que resultan visualmente impactantes. El guion es bastante notable salvando alguna conversación de tintes intelectualoides que escapa un poco a esa sensación de verosimilitud. La fotografía presenta una Oslo luminosa y moderna a la que entran ganas de ir, y la banda sonora también acompaña. Lo que a mi modo de entender resulta prescindible es la voz en off, que no aporta nada que los personajes no hayan mostrado.
Os aconsejo que vayáis a ver La peor persona del mundo, una película cuyo mayor acierto es haberse alejado lo máximo posible de ser una comedia romántica, y por cierto tampoco es una película feminista como dicen algunos, entre otras cosas porque está escrita y dirigida por hombres.
PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Después del amor Aleem Khan (2020) – Reino Unido
Este mes os propongo la película Después del amor, una interesante historia que dirige con bastante habilidad el joven debutante Aleem Khan. Como podéis comprobar por su nombre y apellido, aunque nacido y criado en Gran Bretaña, el padre de Aleem Khan es de origen pakistaní, y su madre una inglesa de raza blanca que se convirtió al Islam para casarse con su padre. Y esta es una de las características del personaje principal de la película. Una película que también ha sido ideada y guionizada por el propio director de la misma, y que, aunque no sea autobiográfica, sí que toma como referencia algunas vivencias personales y familiares de Aleem Khan.
Después del amor nos cuenta la historia de Mary Fahima Hussain, que vive en la ciudad portuaria de Dover en Inglaterra junto a su marido Ahmed, oficial de marina mercante. Desgraciadamente su marido fallece de forma repentina, y al poco tiempo Fahima descubrirá un secreto que se esconde justo en la costa opuesta, en Calais (Francia), a escasas veinte millas.
A partir de aquí, Fahima tendrá que intentar recomponer su vida que se ha derrumbado por completo después de la muerte de su marido, un marido al que se sentía muy unida, y por el que se había convertido al Islam e integrado en la comunidad musulmana de la ciudad. Fahima tendrá que intentar comprender el porqué de ese secreto de su marido, y encontrarse a sí misma de nuevo. Para lograrlo tendrá que tomar una serie de decisiones que no le van a ser nada fáciles en esos momentos tan oscuros e inciertos en los que se encuentra.
La actriz protagonista Joanna Scanlan hace un memorable trabajo y consigue transmitir al espectador todo el dolor y el sufrimiento que está pasando, sus dudas, sus miedos, su ternura. Y todo ello sin necesidad de muchas palabras, a veces con su mirada o su silencio ya nos está diciendo muchas cosas.
El director parece tener claro qué y cómo quiere contárnoslo. Con un guion notable y bajo una sobria pero delicada realización, nos va dando gradualmente datos (algunos de ellos de manera muy sutil) para que podamos ir conociendo un poco más y mejor a Fahima, a su marido y el secreto que este ocultó a su mujer.
También utiliza muy bien algunos elementos que serán recurrentes en la historia, como los espejos, el faro, o los acantilados de Dover. Todo ello mostrado con una fotografía pulcra y luminosa, que nos permitirá aliviar un poco la tensión de la historia sobre todo en los planos exteriores.
Como ya he comentado anteriormente, aunque la película no es autobiográfica, sí que hay mucho de Aleem Khan en ella, el director nos transmite su búsqueda de identidad (tanto social, como personal) al sentirse fuera de lugar por ser mestizo. El tema de la inmigración y de la diferencia de culturas también se ve reflejado en la película, y quizás el mayor acierto haya sido tratar con sutileza el tema de la religión, dándole la importancia necesaria. Porque lo más importante sin duda es ese intento de reconstrucción personal y vital de esa gran mujer que demuestra ser Fahima.
En el debe de la película, quizás se debería haber desarrollado más el otro personaje principal del filme, ya que creo que en alguna situación podría haber dado más de sí, y no haberle hecho adoptar un papel demasiado pasivo, pareciendo estar un poco al margen de la historia en determinados momentos. Pero estos errores se los podemos perdonar a este debut tan interesante como prometedor de este joven director al que sin duda habrá que seguir la pista de aquí en adelante.
Os invito a que veáis Después del amor, una buena muestra de que las pequeñas historias bien contadas, son tan grandes como el corazón de sus humildes protagonistas.
PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Un lugar en el mundo Adolfo Aristarain (1992) – Argentina
Me imagino que al igual que un servidor, vosotros fieles lectores de esta publicación, tenéis la buena costumbre de utilizar la música y el cine como catalizadoras de vuestras emociones. Seguro que cuando estáis bajos de moral recurrís a un viejo disco que os evoca tiempos pasados más felices, o veis esa película que sabéis que os va a haceros sentiros mejor. Hasta el día de hoy esa terapia me ha resultado infalible, y así creo que seguirá, sobre todo después de volver a revisitar una película con mayúsculas como es Un lugar en el mundo.
Un lugar en el mundo nos cuenta el regreso de Ernesto a su pequeño pueblo de la provincia de San Luis en Argentina, un pueblo ganadero en el que hay que luchar para sobrevivir. Desde allí, Ernesto recordará los momentos y las vivencias más importantes de su niñez y adolescencia. Ernesto es hijo de Mario, un profesor que, aparte de dar clases a los niños del pueblo en su propia casa, también dirige la cooperativa ganadera del pueblo que el mismo creó. La madre de Ernesto se llama Ana y es la médica del pueblo. La llegada de un geólogo español llamado Hans, resultará determinante. Andrada, el cacique del pueblo, lo ha contratado para buscar petróleo en sus tierras.
Y poco más puedo y quiero añadir, a partir de aquí ese gran director que es Adolfo Aristarain nos ofrece una clase magistral de su concepción del mundo que nos rodea. Aprovecha para hacer una exhaustiva radiografía de Argentina, su país, aunque los temas tratados en la película son tan universales que los vamos a poder rebatir como Hans hace con Mario en la película. Temas como el poder, la corrupción, las clases sociales, la cultura, la amistad, el amor, o la omnipresente iglesia, son tratados en la película. Y aunque parezca que los temas y las conversaciones vayan a ser tan tediosos como farragosos, Aristarain se encarga con un guion sublime de dejarnos anonadados con esas poéticas sentencias que pronuncian sus personajes.
Y hablando de los personajes, es difícil elegir quien de los actores está más sublime en su papel, injusto sería no poner en el mismo nivel el magnetismo de las interpretaciones de Cecilia Roth, Federico Luppi y José Sacristán. Todos y cada uno de ellos acaban conquistando al espectador y haciendo que queramos viajar a ese remoto pueblo de la inmensa Argentina para ser partícipes de esta entrañable historia llena de emociones y sueños rotos.
Nos encantaría escuchar junto al calor de la lumbre las eternas peroratas de Mario, Ana, Hans y Nelda, cuya elocuencia aumenta con la misma proporción de los vasos de grappa que van calentando sus almas. Nos encantaría por supuesto ponernos a escondidas el perfume de Ana y sentirla como siempre tan presente y cercana. Y mataríamos por haber sido alguna vez alumnos de ese geólogo metido a profesor, en el que por momentos se convierte Hans (no puede haber una clase explicada mejor y con tanta pasión).
Desafiaremos a galope a lomos de Dumas, al tren de la vida que pasa junto a nosotros con la misma inconsciencia que Ernesto, y lucharemos por nuestros ideales aún sabiendo que la batalla está perdida de antemano. Nos embriagaremos de ese primer amor que nubla los sentidos y que nos dejará marcados para siempre. Y por supuesto, aprenderemos a leer el alma de las piedras.
Si te encuentras un poco perdido, quizás esta película te ayude a encontrar tu lugar en el mundo.
PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Corazón gigante Dagur Kári (2015) – Islandia
Últimamente el cine islandés nos está dando muchas alegrías, es curioso como un país con casi la mitad de habitantes que la ciudad de Zaragoza y una humilde producción cinematográfica sea capaz de crear películas tan interesantes como la que os quiero proponer este mes desde estas páginas. Se trata de Fúsi, cuyo título como por desgracia es habitual para el mercado español fue cambiado por el de Corazón gigante, que, aunque no me guste mucho, es bastante más apropiado que el elegido para el mercado anglosajón donde el bochornoso título es Virgin mountain.
Pues bien, Corazón gigante nos cuenta la rutinaria vida de Fúsi que a sus 43 años y bastantes kilos de más, vive en casa con su madre, donde su mayor pasatiempo es recrear batallas de la Segunda Guerra Mundial con maquetas y jugar con coches teledirigidos. Trabaja cargando maletas en el aeropuerto donde suele ser frecuentemente objeto de las bromas de sus compañeros. Y es que a ojos de los demás Fúsi es un inadaptado, que además soporta con resignación las humillaciones que recibe, con lo cual se convierte en blanco fácil de las burlas de sus mal llamados compañeros.
Pero nosotros los espectadores, gracias al buen hacer del director de la película vamos a conocer realmente como es Fúsi en realidad, y lo que es más importante, poder vislumbrar por qué Fúsi ha llegado a desarrollar esa peculiar personalidad, una personalidad que le hace tener muchas dificultades para relacionarse con los adultos. Fúsi se siente más seguro en su mundo, con sus juegos, sólo se encuentra cómodo jugando con la hija de su vecino que tiene 8 años. Y aunque no vamos a conocer nada de su pasado, sí que podemos imaginarnos cómo ha podido ser la infancia de Fúsi y los motivos por los que se ha ido encerrando cada vez más en su mundo hasta llegar a parecer un niño con el cuerpo (en este caso muy voluminoso) de un adulto.
El actor que hace el papel de Fúsi en la película es el cómico islandés Gunnar Jónsson que está inmenso (nunca mejor dicho), y que nos transmite esa candidez y bondad intrínseca que posee el protagonista, pero también nos muestra esos miedos e inseguridades que le hacen retraerse para con los demás. Pero el cumpleaños de Fúsi provocará un hecho que hará que nuestro pequeño gran hombre vea algo más allá de su círculo vicioso, ¿logrará vencer sus miedos?, eso es lo que tendréis que comprobar viendo Corazón gigante.
La excepcional actuación de Gunnar Jónsson deja eclipsados a los demás personajes de la película, y por ese motivo se echa en falta un poco más de profundidad en algunos de ellos, como el de la madre, o la hija del vecino, que podían haber enriquecido el argumento de esta buena película.
En resumidas cuentas, Corazón gigante es un bonito homenaje a todas esas personas que por el motivo que sea han sido tratadas con desdén por el resto de la sociedad. Una sociedad que juzga por las apariencias y que castiga a los que no siguen sus patrones impuestos. Si no los cumples, quedas automáticamente apartado de ella. No sé si seré muy friki, o es que Fúsi me ha llegado muy adentro, quizás sean las dos cosas, el caso es que desde casi el principio de la película he empatizado y he logrado comprender como se siente, y lo que es más importante, darme cuenta de que si hubiese mucha más gente como Fúsi en el mundo, las cosas nos irían mejor a todos.