La lengua de las mariposas (1999) – José Luis Cuerda
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
La lengua de las mariposas
José Luis Cuerda (1999) – España
Hace unos días tuve la oportunidad de ver en pantalla grande la bonita y triste película El maestro que prometió el mar. Me parece un ejercicio notable de homenaje a la figura del profesor Antoni Benaiges, y también un recuerdo a todos los represaliados por el bando franquista en la Guerra Civil que siguen desaparecidos y a sus familias que no pierden la esperanza de encontrarlos. También ensalza la fallida ley de memoria histórica, fallida por lo menos en su puesta en marcha (retrasada en varias ocasiones), y en las rácanas partidas presupuestarias para la logística de exhumaciones por todo el país. Al igual que en la película, me parece un lavado de cara a un gobierno que si bien (más vale tarde que nunca) promulgó la ley en su día, fue muy laxo en cuanto a su cumplimiento. De los más de 140.000 desaparecidos apenas se han recuperado 15.000 en más de 20 años.
Aconsejo ver El maestro que prometió el mar, me parece un filme necesario, sobre todo para que los más jóvenes sepan que sus bisabuelos vivieron una guerra fraticida que dejó heridas muy profundas, que a algunos les interesa enterrar sin dejar que cicatricen. Pero también es bien cierto que esta película palidece ante una obra cumbre del cine español como es La lengua de las mariposas, dirigida por el gran José Luis Cuerda, que ahonda en la misma temática y que no me he resistido a volver a disfrutar y a emocionarme con ella como lo he hecho siempre que la he revisitado.
La lengua de las mariposas no está basada en hechos reales si no en tres relatos del escritor Manuel Rivas que fueron guionizados con maestría por el legendario Rafael Azcona. Nos da igual que la historia fuese inventada, porque Don Gregorio (el maestro), Moncho (el alumno), o Rosa y Ramón (los padres de Moncho), así cómo todos los demás personajes que aparecen en la película, representan fielmente a todas esas personas que en un bando o en otro sufrieron las consecuencias de esa terrible guerra.
La película es un homenaje a la educación, a su importancia en el desarrollo vital de las personas. El conocimiento nos hace más libres (no el trabajo como dijeron pocos años después otros necios), es fundamental para que cualquier sociedad avance. También es un reconocimiento a los maestros que perdieron la vida por no dar una enseñanza «adecuada».
Galicia, invierno de 1935, un niño de ocho años llamado Moncho se reincorpora a la escuela de su pequeño pueblo tras una larga enfermedad. Moncho, tímido e inseguro, irá aprendiendo cosas de la mano de Don Gregorio, un peculiar maestro de avanzada edad. Nunca olvidará ese curso.
La sublime dirección de José Luis Cuerda hace de La lengua de las mariposas una hermosa película llena de humanidad y de valores universales, dejándonos momentos llenos de poesía y ternura. Pero también logra conmovernos y estremecernos, tanto como esa guerra inminente que va a cambiar todo y a todos para siempre.
También tiene mucha culpa del gran funcionamiento de la película el excelente trabajo actoral, ¡cómo no!, de (pónganse de pie) Don Fernando Fernán Gómez, en uno de los mejores papeles de su carrera (y eso ya es decir mucho), que te hacen querer volver ir a la escuela para recibir las clases de Don Gregorio. De la misma manera, es de elogiar el trabajo del jovencísimo Manuel Lozano en el papel de Moncho, con esa mirada tan expresiva, entre ingenua, pícara y tierna.
En cuanto a otros aspectos de la película, los verdes paisajes de Galicia en sus diferentes estaciones, están magníficamente realzados por la luminosa fotografía de Javier Salmones, y la música original creada por el ya entonces reputado director Alejandro Amenábar, consiguen llevar la emoción del espectador a cotas muy elevadas.
Os recomiendo revisitar La lengua de las mariposas, porque me imagino que ya la habréis visto alguna vez. Si no es así, deberíais corregir ese terrible error antes de que os grite ¡tilonorrincos!, ¡espiritrompas!, o cosas peores.
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