Bienvenidos/as al programa Nº 43 de Ábrete De Orejas.
En esta ocasión hacemos un variado repaso musical de 1989, con sus diferentes escenas. Algunas de las cuales nos comenzaban a mostrar el devenir de la música en la década de los 90. De momento mucha laca, pelos cardados, y ropa brillante y colorida para salir bien guapos en los videoclips. Tampoco nos olvidamos de nuestros queridos clásicos, casi siempre ajenos a las modas.
Pulsa el play, y escucharás parte de la mejor música que se hizo el año 1989.
Música de 1989
Seguimos con el concurso y nuestras secciones habituales en el blog, en las que os invitamos a participar. Podéis comentar y sugerir lo que se os ocurra en cada una de ellas.
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Comenzamos una nueva sección en la que queremos ser los primeros en dar un paso al frente y reconocer alguna de nuestras debilidades musicales más ocultas. Esas filias hacia ciertos artistas, que, lejos de reconocerlas ante nuestras amistades, las mantenemos en el más absoluto anonimato, pero eso sí, las disfrutamos en la intimidad, lejos de los dedos acusadores, o de las burlas y las risitas socarronas de los demás. Quiero ser el primero en dar ejemplo y sacar a la luz pública una de mis incontables «desviaciones musicales», de la que, como casi todas ellas, no encuentro una razón objetiva, de por qué esta artista, o este disco en todo caso, permanece en mi humilde colección musical. Y lo que es más inquietante, marcado a fuego en mi subconsciente.
Mi primer contacto musical con Belinda Carlisle fue cuando escuché el grupo donde cantaba, The Go-Go’s ,una banda formada completamente por chicas que fue una de las que más éxito tuvo a principios de los 80. The Go-Go’s practicaban una mezcla de Pop y Punk, al estilo de la nueva ola musical que imperaba en la música en aquellos años. Algunos años más tarde, cuando descubrí que Belinda ya llevaba un tiempo con su carrera en solitario, adquirí su tercer disco, Runaway horses. En este álbum pensaba encontrarme un contenido más acorde al de sus primeros años con las Go-Go’s, aunque la portada ya daba a entender que la artista y su compañía discográfica buscaban otro tipo de público (más masivo, por cierto).
Creo que estoy poniendo excusas, porque ya había escuchado anteriormente el single Heaven is a place on earth, incluido en su anterior álbum, el cual rompió las listas de éxitos, y estaba claro que no tenía nada que ver con su primera etapa. A pesar de todo, y por culpa de ese tema, acabé sucumbiendo a la tentación, y Runaway horses, muy a mi pesar, acabó convirtiéndose en uno de esos «placeres ocultos» de mi colección.
La compañía discográfica Virgin apostó fuerte por la carrera de la cantante después del éxito de su anterior álbum. Ya la había dotado de una imagen angelical, de chica que nunca había roto un plato. Habían creado un producto apto para todos los públicos: desde las adolescentes en plena fase del pavo, a amas de casa, o adultos de clase media-alta consumidores de música de fácil escucha. Aunque la verdad, y todo hay que decirlo, Belinda era una pieza de cuidado, ya desde joven, donde sufrió las consecuencias de una familia desestructurada, y en sus inicios con las Go-Gos donde era toda una adicta a la cocaína. Esta adicción le ocasionó bastantes problemas en su carrera musical, sobre todo para intentar mantener esa imagen que tenía de buena chica en las portadas de sus discos y en las letras de sus canciones.
El disco Runaway horses cuenta con un equipo de grandes profesionales expertos en fabricar discos superventas, desde la producción que corre a cargo de Rick Nowels, al igual que en la composición de canciones donde forma tándem con Ellen Shipley. En el apartado musical Belinda contó con grandes músicos de estudio, y con algunas colaboraciones de lujo, como Steve Lukather del grupo Toto, Bryan Adams, o el mismísimo George Harrison.
Así que no me preguntéis por qué, pero cada vez que el disco se inicia con Leave a light on, el vello se me eriza de manera incomprensible. Tampoco puedo dejar cantar el estribillo del siguiente tema, Runaway horses, mientras hago karaoke en el espejo del baño. No entiendo nada, tendré que llamar al equipo de investigación de Iker Jiménez. Aunque creo que el problema que tengo con otro de los temas del disco titulado, La luna, es directamente un expediente X irresoluble.
No os recomiendo el disco, simplemente os pido ayuda por si conocéis a gente que le ocurre lo mismo que a mí, y formar una asociación de afectados para apoyarnos mutuamente, y tratar de convivir con esta situación. Os emplazo a que para el siguiente programa nos contéis vuestros inconfesables vicios musicales, aunque tranquilos, que podéis usar seudónimo para no ser reconocidos, y que vuestra salida del armario sea un visto y no visto.
Hola de nuevo amigos/as, de Ábrete de Orejas, aquí estamos otra vez, con el décimo programa, dedicado a canciones que hablan sobre nuestro satélite favorito, la luna.
Seguimos con nuestras secciones habituales en las que os invito a participar. Podéis comentar y sugerir lo que se os ocurra en cada una de ellas, está nuestra sección de cine, la del disco recomendado de la semana, o la sección más novedosa, que cuenta cómo se escribió una canción legendaria.
Para los más artísticos, está la sección de portadas, y para los más musicales, el concurso, en el que puedes intentar adivinar el nombre del grupo cuantas veces quieras. Ya sabes que si al final llegas a la solución, te llevarás un merecido premio de Ábrete de Orejas.
Así que os dejo escuchar, o descargar el programa, esperando descubrir algún grupo o alguna canción que os guste. Muchas gracias por participar y estar al otro lado.