PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
7 minutos Michele Placido (2016) – Italia
Aprovechando que este mes se celebra el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, os quiero proponer el filme italiano 7 minutos. La película está protagonizada por nada menos que once mujeres que tendrán que tomar una decisión que podría acarrear graves consecuencias según sea el resultado de sus votos.
7 minutos está inspirado en una historia real acaecida el año 2012 en el pueblo francés de Yssingeaux (Alto Loira), y también está basada libremente en la obra de teatro homónima creada por Stefano Massini.
La historia se desarrolla en una empresa textil italiana que acaba de ser vendida a una multinacional francesa. La nueva propiedad quiere incluir una cláusula nueva en el contrato existente. La representante sindical de la empresa y sus otras diez compañeras delegadas, deberán votar si aceptan o no esta nueva estipulación.
A partir de esta premisa, las once mujeres debatirán de manera vehemente cuáles pueden ser las consecuencias del resultado de su decisión final. Una resolución que afectará sin duda al centenar de trabajadoras que forman parte de la empresa.
Las once mujeres representan perfectamente diferentes perfiles tanto en edad como en situación familiar, origen de procedencia, antigüedad en la empresa, etc. Así que tendremos oportunidad de conocer las razones que esgrime cada una de ellas para emitir un voto positivo o negativo. Entre ellas destaca Bianca, la representante sindical, seria, mujer de pocas palabras, y muy respetada por sus compañeras. Tan veterana como ella, Ornella aporta las dosis de mesura necesarias, además de compartir mesa de negociación con su embarazadísima hija Isabella. El carácter lo tiene y lo saca en cualquier momento Angela. Hira y Kidal son emigrantes con un duro pasado, y un presente nada halagüeño. Poderosa y contradictoria es Greta, protagonizada por la cantante Ambra (quien a mitad de los 90 tuviera su pequeño momento de gloria en España). La benjamina del grupo es Alice, y también la que menos tiempo lleva trabajando en la empresa.
Aunque de modo secundario, también veremos los teje manejes de los antiguos directivos de la fábrica, y de la nueva supervisora que acaba de llegar de París enviada por su multinacional. Y por supuesto, el resto de trabajadoras de la empresa que esperan en la calle la decisión que van a tomar sus compañeras.
7 minutos tiene momentos en los que se palpa el ambiente de incertidumbre, presión y nervios que se producen en un conflicto laboral. Más acentuado aún con las diferentes crisis sufridas durante las últimas décadas, en las que los trabajadores han ido perdiendo paulatinamente derechos y poder adquisitivo.
La precariedad laboral, el acoso en el trabajo, la inmigración, incluso los accidentes laborales, son algunos de los temas que afectan de una u otra manera a algunas de las protagonistas de esta tensa mesa de negociación.
A pesar de la variedad de sus personajes y los diferentes conceptos relacionados con el tema laboral, 7 minutos se centra quizás demasiado en las formas y no profundiza en el fondo de la cuestión. Pero al fin y al cabo es un buen homenaje a las mujeres y a su lucha constante en todos los ámbitos de la vida.
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
A la vuelta de la esquina Thomas Stuber (2018) – Alemania
En la reseña del mes pasado de esta misma sección ya comenté las excelencias del joven actor Franz Rogowski, al que descubrí en la película titulada A la vuelta de la esquina, que es la que precisamente os quiero recomendar en esta ocasión. Este filme alemán está basado en el relato corto En los pasillos, obra del escritor Clemens Meyer, que además ha sido coautor del guion junto a Thomas Stuber, el director de la película.
Partiendo de un argumento bastante sencillo, el director nos muestra la rutinaria actividad del turno de noche en un gran almacén para mayoristas. Thomas Stuber logra poco a poco meternos dentro de ese monótono y gris mundo laboral, en el que la vida de sus trabajadores sigue siendo igual de anodina después de salir del trabajo. Para conseguir que el espectador empatice con la historia, sabe jugar perfectamente con la banda sonora, y ya desde el principio nos pone en situación con una magnífica coreografía visual sustentada por el vals de Johann Strauss. También es de destacar el importante papel que juegan los sonidos, sobre todo el de las carretillas elevadoras. La fotografía cumple con su cometido, en una película de ambiente frío, de espíritu gris, ya que se desarrolla en muchos momentos durante el turno de noche, y lo hace de manera natural y discreta.
Otro de los grandes aciertos de A la vuelta de la esquina es el montaje de la misma, y la manera de presentarnos la historia en tres partes, que son las tres vidas de los tres protagonistas de la película. Y a pesar de que cuentan con una desigual cuota de pantalla entre ellos, son indispensables en este peculiar triángulo laboral que forman Christian, Marion y Bruno. Y es que, este trípode actoral es el que mantiene viva esta película a la que le cuesta arrancar, pero después te lleva hacia un desenlace tan inhabitual como inesperado. Como ya he dicho es de destacar el fenomenal trabajo actoral de Franz Rogowski (el Joaquin Phoenix europeo), quien da vida a Christian, un joven tímido e introvertido, con un pasado oscuro que está marcado para siempre en su cuerpo en forma de tatuajes, y del que intenta huir desesperadamente. Los compañeros de Rogowski tampoco le van a la zaga, especialmente Peter Kurth, que representa a Bruno, compañero y mentor de Christian desde que este comienza a trabajar en la empresa. El papel de la pizpireta Marion lo protagoniza Sandra Hüller, una actriz que, aunque joven, ya tiene un currículum cinematográfico de bastante enjundia.
A la vuelta de la esquina nos cuenta la historia de Christian, que intenta dejar sus problemas y centra su vida en el nuevo trabajo de reponedor que acaba de encontrar en un gigantesco almacén para mayoristas de la antigua Alemania del Este. Allí tendrá como compañero y maestro en su aprendizaje a Bruno, un ex-camionero, que, al quebrar la empresa en la que trabajaba y ser comprada por el centro logístico, fue admitido en el almacén como muchos de sus compañeros. Bruno es también hombre de pocas palabras como Christian, pero siempre tiene las justas y necesarias para guiar a su inexperto compañero en su nueva aventura laboral y vital. Reponiendo en la sección de dulces trabaja Marion, quien coincide con Christian en la sala donde está la cafetera. Marion es alegre, seductora, la chispa de luz que ilumina la oscura rutina de la fábrica y el corazón del inseguro Christian, que quedará prendado de Marion nada más conocerla.
La película está llena de símbolos y metáforas que ilustran y enriquecen la historia. Pero su gran acierto es la manera tan poética de contarnos dentro de un lugar tan inhóspito, oscuro y gris, este peculiar cuento de amor platónico y de amistad que tiene bastante más carga de profundidad de la que parece. Y que horas, e incluso días después, hará reflexionar al espectador. Hasta en la vida más humilde, pequeña y gris, puede esconderse una gran historia de amor, y las pequeñas cosas, los pequeños gestos, hechos desde el corazón, crean vínculos indestructibles entre las personas.
PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
The assistant
Kitty Green (2019) – Estados Unidos
Este mes os quiero presentar a la joven y prometedora directora australiana Kitty Green. Hasta el momento su filmografía estaba compuesta por dos documentales y un cortometraje, todos ellos con un nexo en común: una mirada crítica al papel que ocupan las mujeres en la sociedad actual. Con su primer largometraje, The assistant, mantiene esos mismos registros y la capacidad de convencer a la crítica que siempre ha premiado todas sus creaciones en diferentes festivales de cine independiente.
The assistant nos cuenta la rutinaria vida laboral de Jane, una joven cuya ilusión es ser algún día productora de cine y que, después de graduarse en la universidad comienza a trabajar como asistenta para un importante ejecutivo de una no menos poderosa empresa audiovisual. Como quien dice, Jane es el último mono de la empresa, la primera en llegar y la última en irse, intenta hacer bien su trabajo y acaba cada día agotada, pero el estrés y la rutina de su jornada laboral no serán la mayor de sus preocupaciones.
Esta podía haber sido una polémica película basada en hechos reales y hubiese tenido muchísima más relevancia en los medios de comunicación de la que está teniendo. Pero nada más lejos de la realidad; su directora busca alejarse de la publicidad gratuita y enfoca la historia desde el lado completamente contrario y de una manera aséptica. Nos muestra, cual si fuese un documental, la vida de Jane, que podría ser la de muchísimos jóvenes que se adentran con ilusión en el mundo laboral por primera vez en su vida.
Naturalmente, te darás cuenta de que esta película tiene muchas similitudes con el famoso caso de Harvey Wenstein, detonante del movimiento de denuncia #Metoo, y su gran virtud aparte de contarnos la historia desde dentro sin referirse a ella en ningún momento, es cómo además nos ofrece con una precisión que asusta lo que nuestros hijos se van a ir encontrando en sus trabajos -si es que los consiguen- y el precio que van a tener que pagar por intentar mantenerlos. Clara queda la posición dominante del poder en todos los estamentos de la empresa, la individualidad a la que están abocados los trabajadores, que tienen miedo a perder su posición porque saben que hay muchos por debajo esperando a ocupar su puesto. Esta forma de trabajar de las grandes empresas crea, además de estrés, una especie de autodependencia del trabajo que aísla cada vez más al empleado de su círculo familiar y amistades.
La directora nos muestra la película de una manera que hace que la asfixiante jornada laboral que cual día de la marmota comienza Jane cada día se vaya metiendo en nuestro cuerpo y nos haga sentirnos tan impotentes como a ella; nos sentiremos solos, utilizados, hasta se nos hará un nudo en la garganta y apretaremos los puños con rabia cuando veamos a Jane luchar por mantener a flote su dignidad.
Con una limpia y fría fotografía y una banda sonora casi inexistente, tendremos que estar atentos a los pequeños detalles de Jane en su trabajo, una mirada, una conversación lejana que se escucha en la oficina de al lado, un simple saludo o despedida, hasta la manera de sentarse o de limpiar una taza de café son importantes en esta película que deja caer todo su peso en una joven actriz, Julia Garner, que está comedidamente sublime.
Así que os recomiendo que veáis The assistant sin caer en su trampa, porque cuando acabe os va a dar la impresión de que no ha empezado todavía. Poned los cinco sentidos en ella y no dejéis escapar ni el más mínimo detalle, porque la película vale más por lo que no muestra que por lo que cuenta, y, como en la vida real, es bastante más inquietante lo que ocultamos en nuestro interior cada uno de nosotros.
PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Sorry we missed you.
Ken Loach (2019) – Reino Unido
Después de unas cuantas películas en las que en mi humilde opinión Ken Loach estuvo muy por debajo de su nivel, el director británico vuelve a dar en el clavo con su última película Sorry we missed you. En ella nos demuestra que a pesar de su avanzada edad (84 años) mantiene una lucidez envidiable, y ha vuelto a lanzar un certero disparo sobre la realidad en la que vivimos hoy en día.
Como era de esperar Loach no se ha salido de su hábitat natural, el cine social, ese cine de denuncia donde siempre ha sido uno de sus más grandes valedores. Así pues, en Sorry we missed you Loach nos cuenta la historia de la familia Turner, una familia compuesta por un matrimonio, Ricky y Abbie, y sus hijos, Seb y Liza. Tras haber perdido su vivienda durante la crisis del 2008, la familia vive de alquiler a duras penas con el sueldo de Abbie, que trabaja cuidando ancianos. Ricky, que ya lleva bastante tiempo en el paro, acude desesperado a una gran empresa de mensajería que le ofrece trabajo a condición de hacerse autónomo. Para ello necesita una furgoneta, y a partir de aquí Ricky tendrá que ir tomando decisiones para intentar mejorar la vida de su familia.
Y comienza esta frenética carrera contrarreloj en la que se convierte la película desde el inicio, una carrera similar a la de muchas familias de nuestros días, que luchan denodadamente por sacar adelante a su familia a un precio demasiado alto. La globalización se ha adueñado del mundo, y la crisis ha aumentado la precariedad laboral a límites bastante severos. La mal llamada clase media ha pasado en pocos años de trabajar para vivir, a vivir para trabajar, con todo lo que esto conlleva.
La familia, esa institución tan venerada en teoría por todos los poderes fácticos, se resquebraja de manera inmisericorde, con unos padres que nunca están en casa porque están trabajando, o cuando llegan es tan tarde que sus hijos ya están en la cama. Una relación que se mantiene a golpe de Whatsapp, en un hogar sin timón en donde el barco va perdiendo la dirección, y los hijos, que no son capaces de comprender la situación por la que atraviesan sus padres, cometen errores que para nada ayudan al mantenimiento del núcleo familiar. Unos hijos frustrados que ven que su futuro es todavía más desesperanzador que el de sus progenitores, y que por mucho que luchen sus padres por ellos, se van a ver abocados a esa misma vida de trabajo precario e inestabilidad familiar.
Otro gran punto a favor de la película es la visión que nos ofrece sobre la posición en que se encuentra la tercera edad en nuestra sociedad actual. De manera inteligente el director aprovecha el trabajo de cuidadora de ancianos de Abbie para denunciar cómo se lucran muchas empresas dando un pésimo servicio y anteponiéndolo a la calidad de vida de los ancianos, que se han convertido en piezas inservibles del sistema, un estorbo para las familias y un generador de deuda para los sistemas económicos.
En una película tan fiel a la realidad, el casting de actores ha sido magistral, y es que los principales protagonistas parecen haber sido sacados de una empresa de mensajería o de cuidado de ancianos, porque de tan naturales que son a veces casi parece cine documental. Así que te recomiendo que veas esta película, seguro que la próxima vez que recibas un envío miras de otra manera al mensajero.
PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
El precio de un hombre
Stéphane Brizé (2015) – Francia
El paro sufrió en España su máximo apogeo en plena crisis de la «burbuja inmobiliaria» el año 2012 llegando a los seis millones de personas, un 25% del total de personas activas (es decir 1 de cada 4 estaba en paro ese año). Escalofriantes cifras que a partir de entonces han ido disminuyendo hasta bajar de los 4 millones el pasado año. Pero con la excusa de la crisis, los sueldos se redujeron, el poder adquisitivo de los trabajadores se ha ido devaluando año a año, y lo que es peor los nuevos puestos de trabajo que se crean tienen unas condiciones todavía más precarias que en la época de la crisis.
Todo esto son datos, pero si queréis reflexionar un poco de adonde nos lleva el presente y el futuro laboral es una buena idea ver «El precio de un hombre», que aunque sea de nacionalidad Francesa nos presenta una radiografía del problema laboral, que en muchos puntos es calcada a la que han y están sufriendo muchos trabajadores Españoles.
La película nos narra la vida de Thierry un hombre ya en la cincuentena, que lleva casi dos años en paro intentando volver a entrar en el mercado laboral por todos los medios que la administración Francesa le ofrece. El actor Vicent Lindon que encarna el papel de Thierry realiza una excelente actuación, que fue premiada en su momento en varios Festivales, y consigue hacernos participes de su situación en todo momento.Podría ser cualquier vecino de nuestro barrio en su misma situación,una persona honesta que lucha por sacar adelante a su familia.
El director de «El precio de un hombre», Stépahe Brizé se encarga desde el principio de hacernos creíble la película, utilizando en la mayoría de personajes a actores no profesionales primero, y dejando a la cámara como mera espectadora de los hechos que van a acontecer después. La película toma así un aspecto casi de documental y nos acerca más si cabe a un drama tan conocido por la mayoría de nosotros como es el desempleo.
Una virtud de la película es prácticamente no emitir ningún juicio sobre la sociedad en que vivimos, mostrándonos el día a día de un parado que va a tener que empezar a tomar decisiones. Esto va a hacernos reflexionar durante toda la película, en especial a partir de la mitad, donde se produce un giro en los acontecimientos. Pero claro no voy a hacer ningún spoiler. Simplemente os recomiendo que veáis «El precio de un hombre» una película donde la crisis, el paro y el capitalismo van de la mano deshumanizando un poco más si cabe al trabajador. Quizás si hubiera visto esta película Karl Marx no hubiese dejado para la historia esa cita tantas veces repetida «El trabajo dignifica al hombre»
PELICULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
El método
Marcelo Piñeyro (2005) – España-Argentina
Os proponemos en esta ocasión el visionado de la película «El método», basada libremente en una obra teatral escrita por el dramaturgo catalán Jordi Galcerán.
«El método» nos cuenta la prueba de selección que tienen que pasar los siete candidatos que han llegado a la criba final para conseguir en un puesto de responsabilidad en una gran empresa. Para ello, la empresa decide utilizar un método de selección bastante agresivo, el método Grönholm, que consiste en unas pruebas para hacer interactuar a los propios candidatos y ver cómo son su personalidad y sus capacidades. Cada prueba irá eliminando uno a uno a los candidatos hasta llegar al vencedor o vencedora final, que se llevará el ansiado cargo.
La película, con sus altibajos, sobre todo cuando incluye escenas que no aparecen en la brillante obra de teatro, hace que el espectador tome parte por uno u otro candidato según avanza el metraje. Los candidatos muestran poco a poco su verdadera personalidad, y buscarán cualquier tipo de artimaña para sacar de la prueba a sus oponentes, olvidándose de la ética o cualquier atisbo de moralidad o respeto. Todos los candidatos tienen el perfil del típico ejecutivo con éxito, para los que el fin casi siempre justifica los medios. De mayor o menor edad, todos los seleccionados se han convertido en lo que el capitalismo salvaje y la globalización siempre ha buscado: deshumanizar a la persona y convertirla en una peligrosa máquina de producción de beneficios a costa del resto de los mortales.
Este filme refleja bien el efecto de una generación de ejecutivos adiestrados para el triunfo personal, una generación que nos llevó a la gran crisis económica mundial, que precisamente sobrevino en el momento en que la obra teatral se representaba por todo el mundo, con gran éxito por cierto. De hecho, el método Grönholm se comenzó a practicar y desarrollar en el ejército nazi que estaba preparando Hitler para comenzar la Segunda Guerra Mundial, y con él buscaban entre sus militares más destacados a los más capacitados para encabezar sus tropas, así que mientras estaban siendo observados por psicólogos eran sometidos a diversas pruebas entre ellos.
Mientras veas «El método», quizás te identifiques más con uno u otro personaje, quizás con ninguno, pero lo que está claro es que viendo algunas de sus reacciones un escalofrío helado te recorrerá el cuerpo, el mismo que si intentas imaginarte hasta dónde serías capaz de llegar tú para conseguir un gran puesto de trabajo.