LaDonna Adrian Gaines, más conocida como Donna Summer, nos dejó recientemente por culpa de un cáncer de pulmón. Tenía 63 años, y es menester que en este programa le dediquemos este pequeño homenaje a la indiscutible reina de la música Disco. Nacida en Boston, comenzó su pasión por la música en las reuniones dominicales de la iglesia de su barrio. El Góspel le gustaba, pero pronto se decantó por el sonido de las Supremes, de quienes formó a una pronta edad un grupo en el que versionaba sus éxitos. Su peculiar voz de mezzosoprano y su físico recibían las burlas de sus familiares, así que en cuanto pudo se marchó a Nueva York. También durante esos años recibió fuertemente el influjo de la música hippie, en especial de Janis Joplin, llegando a formar parte de un grupo psicodélico.
Pero su voz no pasó desapercibida en la gran manzana, y estuvo a punto de formar parte del musical Hair, papel que consiguió más adelante al ser elegida para hacer la gira europea del mismo. Se enamoró de Europa, en especial de Alemania donde residió varios años y también del actor austríaco Helmuth Sommer, con quien estuvo casada. Al divorciarse adaptó su apellido de casada al de Summer, sobrenombre con el que será reconocida mundialmente en un futuro no muy lejano. En 1974 (buen año por cierto) lanzó su primer disco, Lady Of The Night, de la mano de los productores Giorgio Moroderr y Pete Bellotte, que aunque en América pasó totalmente desapercibido, en Europa logró entrar arriba en las listas de Holanda y Bélgica.
Pero el éxito llegaría con el tema Love to love you baby, en el que los jadeos y gemidos de la Summer llegaron a hacer creer a los medios musicales que eran auténticos orgasmos de la cantante. El escándalo estaba asegurado, y en Europa muchas emisoras se negaban a poner la canción, así que no tuvo mucha repercusión en el viejo continente. Por suerte, una copia llegó a Estados Unidos y cayó en manos de Neil Bogart, presidente del sello discográfico Casablanca (sí, el que luego dio a conocer al mundo a Kiss). El directivo se puso en contacto con Moroder y Summer, anunciándoles que lanzaría la canción pero que necesitaba una versión extensa para el baile en discotecas. Recibió una versión de 17 minutos de duración, que no cabía en un disco de vinilo de tamaño single y que tuvo que editarse en otro de 12 pulgadas dando lugar al maxi-single, formato del que Donna Summer resultó ser pionera.
A partir de entonces le llegó el éxito, pero también el encasillamiento de la artista a la que siempre le pedían canciones subiditas de tono en las que el sexo siempre estuviese presente, y el público recibió una imagen más bien frívola y de vida disoluta de una Summer bastante alejada del ambiente nocturno y de ese tipo de vida en la realidad. Temas como Bad Girls, o I Feel Love la hicieron coronarse como “Reina del Disco” en los años en que ese estilo dominó por completo el mundo. Pero tanto éxito paso factura a la cantante, quien acabó haciéndose adicta a los tranquilizantes, y tuvo varios intentos de suicidio, al final recondujo su vida abrazando la religión y llevando una vida casi puritana.
Esto coincidió con el declive de la música Disco a principio de los 80, momento en que Donna Summer rompió con Casablanca Records e inició una nueva etapa más orientada al Pop y a la Nueva Ola con el disco The wanderer, con el que no cosechó malos resultados en ventas, pero sí comenzaron los problemas legales con su anterior compañía discográfica, que hizo que muchos de sus álbumes no pudiesen ver la luz. A pesar de ello, en el año 89 el éxito volvió con el disco Another place and time, cuyos principales éxitos fueron This time I know it’s for real y I don’t wanna get hurt, y una década más tarde, con su canción Love is the healer, que mezcló la música Disco y el House, volvió a revivir las mieles del éxito. También participó en el cine y en algunas series de televisión. Por estos lares la pudimos ver en la serie Cosas de casa, protagonizando a la moderna tía Oona.
Gran perdida para el mundo del Rock y la música en general, la del legendario teclista de Deep Purple, Jon Lord, que falleció el pasado mes de julio a causa de una embolia pulmonar. Desde muy pequeño comenzó a tocar el piano y pronto destacó en el estudio del instrumento, donde recibió una formación clásica, su compositor favorito por entonces era Bach. Pero en su adolescencia descubrió el trabajo de un organista fundamental en la historia del Jazz y del Blues, el magnífico Jimmy Smith. Esto hizo que Lord se interesase por estos estilos de música, y pronto comenzó a tocar con diferentes grupos, que poco tenían que ver con la música clásica.
A principios de los 60 Jon Lord era uno de los pocos organistas de Londres con formación académica, así que pronto fue requerido por muchos grupos para grabar en sus discos, convirtiéndose así en músico de sesión. En esos estudios coincidió con otros grandes músicos en su misma situación, por ejemplo el mismísimo Jimmy Page. Su primera grabación en estudio fue nada más y nada menos que para la canción de los Kinks, You really got me,¡vaya debut! Pero, además de su labor en el estudio, Jon Lord siguió intentándolo con grupos como The Artwoods, con los que llegó a grabar un L.P., aunque las cosas no acababan de cuajar y tuvo que seguir como músico de estudio para poder subsistir.
En 1968 aceptó formar parte de Deep Purple, una banda que acababa de crear el guitarrista Ritchie Blackmore. Comenzaron bien en U.S.A con una versión que hicieron del tema Hush, aunque curiosamente en Inglaterra no tuvieron mucho éxito. Pero la gira americana hizo que la compañía apostase fuerte por la banda y el grupo grabó tres discos en tan sólo un año. Uno de ellos fue un proyecto que Jon Lord siempre tuvo en la cabeza, grabar un disco de Rock junto con una orquesta de música clásica. Para ello compuso especialmente un concierto, y así se grabó el primer disco de la historia en la que ocurrió este hecho. Pero la empresa no era nada fácil (y si no que se lo pregunten a Metallica y su fallido S & M) y el experimento no gustó al público ni a la crítica, así que los Purple reclutaron nuevos miembros, y cambiaron de orientación musical, iniciando su etapa gloriosa en el Rock duro.
Llegó la etapa dorada del grupo con discos imprescindibles para la historia del Rock como: In rock, Fireball, Machine Head o el directo Made in Japan, donde Jon Lord dejó impronta detrás de su órgano en temas tan míticos como Child in time, Highway star o el archiconocido Smoke on the water. Pero cuando más arriba estaban, el grupo se rompió y comenzaron los cambios en el seno de la banda. Pese a todo, Jon Lord siempre estuvo al mando de los teclados en todos los discos del grupo hasta 1998 con el disco Abandon.
A mitades de los 80 formó parte de Whitesnake, el grupo que formó el ex-cantante de Deep Purple, David Coverdale, con los que grabó unos cuantos discos llenos de genuino Hard Rock, Blues y Soul, con los que no obtuvieron el reconocimiento merecido y esperado. Discos como: Trouble, Lovehunter, Ready an’ Willing, Saints and Sinners o Come and get it, que no deberían faltar en la colección de ningún roquero que se precie. Durante los 90 Jon Lord alternaba las giras con Deep Purple con colaboraciones con muchos otros músicos, y siguió con su verdadera pasión, la música clásica, componiendo multitud de piezas para otros tantos proyectos.
Pero tampoco podía dejar su otra gran pasión y poco antes de su muerte se encontraba grabando un disco para su nuevo proyecto, un supergrupo formado por ex-compañeros y con amigos de otras grandes bandas como: Ian Gillan, Tony Iommy y Nicko McBrain. El grupo se llama Whocares, pero desgraciadamente el álbum Out of my mind se ha convertido en el disco póstumo de Jon Lord, que desgraciadamente no podrá acompañarlos de gira.
Que quede su música en homenaje a este maestro del mundo del órgano en especial, y de la música en particular, siempre en nuestra memoria, ¡Jon Lord!
Esta sección no siempre recuerda a los músicos famosos que nos acaban de dejar, a veces también nos gusta rendir tributo a gente que trabaja incansablemente en la sombra, y que han hecho tanto o más por la música que los propios artistas. Hoy vamos a recordar a George Marino, un hombre que a poco que tengas cierto gusto por el Rock o el Pop de los últimos 40 años, seguro que tienes su trabajo dentro de alguno de los discos que conforman tu colección musical.
Yo que soy un melómano empedernido y un poco maniático en lo que se refiere a leerme hasta el último detalle de las carpetas interiores de los discos, me di cuenta de que había un nombre que me era muy familiar, y este no era otro que el de George Marino, que se repetía constantemente en muchos de mis discos favoritos de los 70, 80 y 90. Así que siempre que adquiría un nuevo disco y en el interior aparecía su nombre, me sentía más tranquilo, porque sabía que lo que iba a escuchar era sinónimo de calidad y sobre todo, de buen sonido.
George Marino, que además era guitarrista, comenzó trabajando como asistente en los Capitol Studios en 1967, luego fue aprendiz en el departamento de mastering. Más tarde, cuando Capitol Records cerró su estudio de Nueva York, se unió a los estudios de grabación Record Plant, llegando incluso a ser socio. Por estos míticos estudios neoyorquinos pasó la flor y nata de la música Rock y Pop, en unos años dorados, tanto en lo compositivo como en lo comercial, ya que por entonces los discos se vendían por millones. Pero el mérito de George Marino no era estar en el lugar idóneo y a la hora adecuada. En aquellos estudios demostró su gusto y sapiencia musical, y puso todo su empeño para que los masters que le eran entregados sonasen todavía mejor si cabe ¡y vaya si lo consiguió!
Estos son sólo un puñado de discos en los que dejó su sello: el Black Album de Metallica, el Highway To Hell de AC/DC, el Appetite For Destruction de Guns And Roses, el Slippery When Wet de Bon Jovi, el Innervisions de Stevie Wonder, el Double Fantasy de John Lennon y Yoko Ono, el Dr. Feelgood de Mötley Crue,… y Kiss, Journey, Cheap Trick,… cientos y cientos de discos donde pudo plasmar su gran trabajo.
Siguió su carrera con otro tipo de músicas y grupos como The Offspring e incluso nacionales, como Héroes del Silencio en los 90. Ya más recientemente se ocupó de grupos superventas como Coldplay, Arctic Monkeys, o el disco The Suburbs, de Arcade Fire, con el que ganó el Grammy de 2011 al álbum del año. Tristemente el pasado mes de junio acabó perdiendo la batalla que durante varios años llevaba luchando contra un cáncer de pulmón. Puede irse muy tranquilo y orgulloso al otro mundo sabiendo el legado que ha dejado para la posteridad.
Otro grande que se nos ha ido casi sin hacer ruido el pasado mes de abril y por culpa ¡cómo no! del cáncer, ha sido Levon Helm, el batería y cantante del grupo canadiense The Band. Es la formación más importante de música de Rock de raíces americanas, que además tuvo el privilegio de ser la mejor banda de acompañamiento del tío Bob Dylan (con eso queda dicho todo). Muy lejano quedó el año 1961 cuando Levon casualmente conoció a un canadiense llamado Robbie Robertson, que visitaba el estado de Arkansas fascinado por el Blues de Sony Boy Williamson. Levon Helm (que conocía personalmente a Williamson) le descubrió los secretos mejor guardados del Mississippi, y al poco tiempo formaron junto a compatriotas de Robertson el grupo que iba a sentar las bases de la música de raíces americana (curiosamente siendo el propio Levon Helm el único componente estadounidense).
Después de finiquitar la relación con Bob Dylan en ese mítico concierto de despedida magistralmente rodado por un jovencísimo Martin Scorsese, el famosísimo The last waltz, The Band continuaron su carrera como grupo hasta el año 1977. Ya por entonces Levon Helm acababa de iniciar su carrera musical en solitario, que la verdad es que no se acerca ni de lejos al nivel conseguido en The Band, tan sólo American Son, editado en 1980 mantenía un nivel notable. Además, también había iniciado carrera en el mundo del cine y la televisión, aunque nunca fue un gran actor.
En 1983 las acuciantes necesidades económicas hicieron que Levon Helm reactivara The Band (aunque lamentablemente dejó fuera al gran Robbie Robertson). Ellos seguían teniendo su base de fans, pero su momento no eran los 80, además tres años después el teclista Richard Manuel se suicidaba en plena gira de la banda. The Band continuaron girando y ocasionalmente grabando algún disco (en concreto fueron 3) hasta que en 1999 falleció el bajista Rick Danko, y se dio por terminada la trayectoria del grupo (al no querer Robbie Robertson regresar de nuevo a The Band). La vida de Levon Helm vida estuvo llena de vicisitudes, si os interesa podéis haceros con la película documental sobre su vida titulada Ain’t in it for my health: A film about Levon Helm, que nos cuenta sus problemas con las drogas, el cáncer y la bancarrota económica.
Sus últimos años no fueron nada fáciles, luchó y venció a un cáncer de laringe diagnosticado en 1998, el cual dañó sus cuerdas vocales seriamente pero se rehízo y años más tarde comenzó a dar conciertos. El año 2007 grabó un disco dedicado a sus padres, Dirt farmer, que se convirtió en el mejor disco en su carrera en solitario y recibió el aplauso de la crítica musical que ese año le otorgó el Grammy al mejor álbum de Folk tradicional. Desde entonces y hasta hace bien poco, Levon Helm siguió por los escenarios deleitándonos con su personal voz, y su original manera de tocar la batería hasta que un nuevo brote del cáncer que padeció años atrás se lo llevó para siempre,… descanse en paz el gran Levon Helm.
Los últimos meses recibíamos con preocupación noticias alarmantes sobre el estado de salud del cantante de los míticos Bee Gees, Robin Gibb. Desgraciadamente, las peores noticias se confirmaron el pasado 20 de mayo cuando se notificó su fallecimiento a causa de un cáncer de hígado y colon, a la edad de 62 años. Robin Gibb comenzó su exitosa carrera con los Bee Gees, el grupo que montó junto a sus hermanos allá por el año 1965. Siempre estuvo luchando por el liderato del grupo, y sobre todo por intentar que sus composiciones fuesen elegidas como singles antes que las de su hermano Barry. Pero su manager y representante, el influyente Robert Stigwood veía con mejores ojos a su hermano mayor y esto hizo que Robin abandonase el grupo en 1969 y se lanzase en solitario en busca del éxito. Poco duró el enfado entre los hermanos Gibb, y un año más tarde Robin volvería al redil de donde jamás volvió a salir, salvo para seguir muy de cuando en cuando su aventura paralela en solitario, que le llevó a grabar tan solo seis discos en más de 50 años de carrera musical.
Atrás quedaron los comienzos de la banda en Australia, lugar donde la familia Gibb había emigrado desde las Islas Británicas, concretamente desde la Isla de Man, y fue justo cuando el grupo volvía a Inglaterra a intentar conquistar el mercado británico, el momento en el que los Bee Gees consiguieron llegar al número 1 en Australia. Pronto comenzaron las comparaciones con los Beatles, ya que el talento musical de los Gibb no pasó desapercibido a los grandes del negocio musical que pusieron sus ojos en ellos para convertirlos en los Beatles que venían de Australia. Desde finales de los 60 los Bee Gees nos dejaron auténticas joyas en forma de discos como: Bee Gees 1st, Horizontal, Idea, Odessa, o Trafalgar, álbumes que todo aficionado a la buena música debería disfrutar alguna vez en su vida.
Después llegaron los momentos bajos, y no fue hasta que a mitades de los 70 comenzaran a investigar con la música Soul y la nueva moda de la música Disco, cuando empezaron a volver a arrasar en las listas de éxitos. Primero fue con el tema You should be dancing, y después con las canciones que se incluyeron en la banda sonora de la película Saturday Night Fever, un álbum que se convirtió en un referente generacional de los 70. Del Pop melódico de dulces coros, los Bee Gees habían trasmutado con éxito al rítmico Soul Funk con voces en falsete. Sin duda esos años hicieron reverdecer las mieles del éxito que parecían ya olvidadas. Pero el fulgurante triunfo duró lo que tardó en pasarse la moda de la música de baile, y eso hizo que la banda fuese perdiendo progresivamente el interés de parte del público, aunque siempre mantuvo una sólida base de fans.
El último disco de Bee Gees como grupo data del año 2001, ya que dos años después moriría Maurice Gibb, y sus otros dos hermanos decidieron dar por finalizada la carrera como tal de los Bee Gees. Con la reciente muerte de Robin, sólo nos queda Barry, y por supuesto toda la música que nos dejaron estos talentosos hermanos Gibb. De momento recordamos y homenajeamos a Robin y esa inconfundible voz (ya sea en su etapa Pop o con falsete).
Hace pocos días recibimos con sorpresa y tristeza la noticia de la
muerte de Adam Yauch, alias «MCA», uno de los fundadores de ese grupo
inclasificable que han sido siempre los Beastie Boys. El joven Adam comenzó su carrera con los Beastie Boys haciendo Hardcore, como la mayoría de los grupos que empezaban por entonces, pero pronto descubrieron un estilo musical que se estaba introduciendo en
pequeños clubs de su ciudad, New York, el Hip Hop. Además, conocieron las técnicas empleadas por los DJs de los clubs para mezclar la música y las comenzaron a adoptar. Primero, levemente para su E.P. Cookie Puss de 1983, y más moderadamente en su disco de 1986, Licensed to ill, en el que todavía el Hardcore seguía presente en algunos de sus canciones, y con el que gracias al tema Fight for you right (To party), se convirtieron en el grupo de Rap más famoso del mundo.
La verdad es que los Beastie Boys fueron al Rap lo mismo que Elvis fue
al Rock and Roll, unos blanquitos aventajados y abiertos a todo tipo de
influencias, que supieron llevar la música a las masas, de un estilo creado íntegramente por la cultura negra. Adam Yauch, aunque de origen judío, abrazó el culto budista y pronto comenzó su cruzada a favor de la independencia del Tíbet con conciertos benéficos, y donando los royalties de algunas de sus canciones para la causa. Tras los atentados de las torres gemelas el grupo redobló aún más si cabe su activismo político.
El año 2002 Adam Yauch terminó de construir su propio estudio de
grabación, en pleno Manhattan, lugar donde se grabó el siguiente disco
de los Beastie Boys, To the 5 Boroughs, que se publicó en 2005 y en el que su single, The Ch-Check Out, se convirtió en la segunda canción más descargada de todo el año por internet.
El año 2011, tras muchos esfuerzos, y con la certeza de saber que Adam Yauch se encontraba enfermo de cáncer en estado muy avanzado, la banda sacó el disco Hot sauce committee Part 2, que se ha convertido en la obra póstuma de Adam. Tristemente el grupo fue admitido en el Rock and Roll Hall de la Fama justo el día en que Adam Yauch era ingresado en una clínica de Nueva York y no pudo asistir al acto. Pocos meses después, concretamente el 4 de mayo de 2012, Adam no pudo con el cáncer de parótida que le aquejaba, y nos dejó al grupo y a los amantes de la buena música con una gran sensación de vacío, sirva esta sección para rendirle un merecido tributo.