PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
La sustancia Coralie Fargeat (2024) – Reino Unido
Este mes no me he podido resistir a dar mi opinión sobre la película de la que casi todo el mundo habla, La sustancia. Mi amiga Lucía, quien, por cierto, tuvo un tan interesante como fugaz paso por Compromiso y Cultura (una pena que, por falta de tiempo, no haya podido continuar con su sección), me recomendó este largometraje advirtiéndome de que, quizás después de verlo no le volviese a dirigir la palabra. Al parecer, La sustancia es del tipo de películas que amas u odias para siempre. Yo que no soy un hombre de extremos, acudí al cine sobre aviso y a sabiendas de que Lucía es una habitual del Festival de Cine de Sitges, así que fui mentalizado para probar La sustancia y dejarme llevar por sus efectos. Lo que me encontré fue apabullante, visualmente espectacular, con un comienzo muy original, y un planteamiento muy bien hilado durante la primera parte de la película. El mensaje que la directora francesa Coralie Fargeat nos quiere dar queda bastante claro, y es evidente que caló también en la protagonista Demi Moore, quien se entregó por completo en el complicado papel de Elizabeth Sparkle como jamás lo había hecho en toda su carrera cinematográfica.
El argumento es sencillo: Elizabeth Sparkle es una especie de Jane Fonda (o para los que no teníamos parabólica o televisión por cable en aquellos años) de Eva Nasarre, con un programa de aerobic que triunfa en televisión. Pero los años pasan y la cadena ha decidido prescindir de sus servicios y contratar a alguien más joven. Elizabeth se va a tener que enfrentar cara a cara con su madurez, y en esas está, cuando le ofrecen un producto basado en la división celular que crea un álter ego más joven: la sustancia.
La película, cuyo guion es de Coralie Fargeat, está basada en la dura experiencia que vivió la directora al comenzar su etapa de madurez. Pasados los 40, empezó a sentir una presión autoimpuesta por no cumplir con los estereotipos de belleza que se piden a la mujer en esta sociedad tan hipersexualizada y obsesionada por el culto al cuerpo en la que vivimos. Según palabras de la directora: «Cuando llegas a ciertas edades, si eres mujer desapareces, no cuentas para nada, así que hay una lucha interna por intentar mantenerte joven a toda costa. Es prácticamente imposible aceptarte a ti misma «. Esa lucha de Elizabeth Sparkle por no dejar de ser relevante me recuerda, según avanza la película, a la de Norma Desmond en El crepúsculo de los dioses. Otras películas como Carrie, El resplandor, Videodrome, El hombre elefante o Requiem por un sueño, también me vienen a la cabeza en distintos momentos de La sustancia, así que ya os podéis imaginar por dónde van los tiros…
En definitiva, os puedo asegurar que La sustancia se va a convertir en una película de culto, aunque también aconsejo a las personas con estómagos sensibles o fobia a las agujas, que dediquen su tiempo a otros menesteres más sosegados, antes que intentar aguantar los excesivos e intensos 140 minutos de metraje del filme. En mi humilde opinión, la película llega a un punto en su parte central donde el argumento no avanza, el mensaje se repite, al igual que el uso de los primeros planos que acaba resultando un poco cargante. Para más inri, los últimos 20 minutos del filme desvirtúan un poco todo el planteamiento anterior, y para mí son absolutamente innecesarios, aunque quizás los amantes del gore y la serie B no estén para nada de acuerdo conmigo. Para gustos los colores
PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
80 egunean José Mari Goenaga, Jon Garaño (2010) – España
Es habitual leer o escuchar en los medios de comunicación especializados críticas y lamentos de la baja calidad del cine español, y aunque según mi opinión hay proyectos realmente sonrojantes que reciben un fuerte apoyo tanto económico como promocional, el verdadero problema radica en la respetable cantidad de películas interesantes que cada año pasan de puntillas por la cartelera, o ni siquiera entran en el circuito comercial de salas. Una mejor distribución de ese cine casi anónimo, hecho con pocos medios, y un mayor apoyo mediático de los que tanto se quejan de la falta de buenas películas, seguramente harán que películas como 80 Egunean hubiesen tenido en su día toda la repercusión que merecen.
Pero la otra parte importante del cine, y sin duda la más esencial, son los espectadores. Así que, si vosotros lectores de esta publicación pensáis que os vais a ir de rositas, estáis muy equivocados. Nosotros los espectadores deberíamos entonar el mea culpa, empezando por esa costumbre que tenemos de dar más valor a una película sólo por el hecho de que venga de fuera de nuestras fronteras. En el caso de la película que nos ocupa hoy también hay que añadir que 80 Egunean tuvo el hándicap de no ser doblada del euskera al castellano y sólo se proyectó con subtítulos (cosa que me parece un gran acierto). Personalmente, no entiendo ese reparo que tenemos a ver las películas en versión original con subtítulos. En este aspecto comparto la misma opinión que el desmesurado y excéntrico crítico de cine Carlos Pumares, quien habitualmente apostilla con acierto: «Por muy bueno que sea el doblaje, si no ves una película en versión original te pierdes más de media película».
El caso es que, entre unas cosas y otras, 80 Egunean pasó totalmente desapercibida en su día, y ni siquiera recibió ningún premio de los medios especializados. Craso error, porque para mi gusto este debut en el mundo del largometraje de sus directores José Mari Goenaga y Jon Garaño está a un gran nivel. Los descubrí con su siguiente película, Loreak, que si bien recordáis, ya recomendé en esta publicación con anterioridad. Pensaba de manera errónea que esa era su primera película, y que 80 Egunean era un cortometraje, hasta que hace unos días, mirando en la filmografía de los directores para ver si habían estrenado algún nuevo proyecto, me di cuenta de que no sólo no debutaron con Loreak, si no que 80 Egunean está al mismo nivel, e incluso os gustará más.
La película se adentra en terrenos difíciles, trata temas como la vejez y el amor, vistos desde el prisma de una sociedad como la vasca, que no es precisamente la más dada a mostrar sus sentimientos. Y lo bueno es que estas cuestiones que a priori no casan muy bien en el mundo del cine, son manejadas por esta dupla de directores con una soltura y una frescura envidiables.
El desencadenante indirecto de toda esta historia es, al igual que en Loreak, un accidente de tráfico. Este hecho va a tener repercusión en mayor o menor medida en todos los protagonistas de la película. Sin duda alguna, la película se centra en los dos personajes femeninos, Axun y Maite. Igualmente nos deja una profunda huella el personaje de Juan Mari, el marido de Axun, que tan bien representa la figura del patriarca vasco. Es un anciano de caserío, hosco, trabajador, al que le es casi imposible demostrar sus emociones. Está interpretado magistralmente por el actor José Ramón Argoitia. Más merito si cabe tienen las dos actrices principales, Itziar Aizpuru y Mariasun Pagoaga, que, llegando desde el teatro amateur, dotan a sus personajes de una ternura y una belleza interior increíble.
La película, como su propio título indica, nos cuenta 80 días en la vida de sus protagonistas. Cada día es un pequeño capítulo en el que con sutil delicadeza los directores nos ponen en situación, y al poco de empezar conoceremos bastante bien la personalidad de sus personajes principales. Aunque la película no sea una comedia, el humor va apareciendo en pequeñas y certeras pinceladas, que nos ayudan a entrellevar esta historia que se va a ir complicando más y más.
Hacía tiempo que una película no me revolvía tanto por dentro. 80 Egunean te atrapa sin que te des cuenta y te aseguro que algún día tendrá el reconocimiento que se merece. Atrevida pero sencilla, inaudita pero creíble, vasca pero universal. Y con un final lógico. ¿Qué más se puede pedir?
PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
El padre
Florian Zeller (2020) – Reino Unido
Pocas veces los críticos y los espectadores se ponen de acuerdo en valorar muy positivamente una película. Esto es precisamente lo que ha ocurrido con el filme que os presento y recomiendo este mes: me refiero a El padre, una obra de teatro que escribió el dramaturgo francés Florian Zeller y que triunfó en los teatros de todo el mundo ganando numerosos premios. El propio Florian Zeller se ha atrevido a realizar su primera incursión como director en el mundo del cine adaptando su obra de teatro a la gran pantalla con bastante destreza. Su debut también le ha reportado numerosos galardones, destacando el Oscar al mejor guion adaptado que ha ganado en la edición de este mismo año.
El padre es una certera aproximación a esa silenciosa pero devastadora enfermedad que es el Alzheimer y nos muestra la convivencia entre Anthony y su hija Anne. Anthony, ya octogenario, no ve necesario que su hija contrate a ninguna cuidadora porque a pesar de su edad se considera totalmente autosuficiente. Anne no puede visitarlo todos los días y prefiere que haya alguien con él, pero su padre -terco como una mula- se ocupa de ahuyentar a todas las cuidadoras que con muchas dificultades va encontrado su hija.
La película lógicamente mantiene algo de ese origen teatral en su propuesta, no sólo por mantenerse siempre rodada en interiores sino por las magníficas interpretaciones de los dos personajes principales, que en mi opinión brillan a la misma altura, aunque la mayor parte de los premios y parabienes se los haya llevado Anthony Hopkins. Es cierto que hace uno de los mejores papeles de toda su carrera -y eso ya es decir mucho-, pero no es menos cierto que el papel protagonista que crea Olivia Colman para representar a Anne es antológico; pocas veces se ha visto en el cine reflejar tan bien el amor, la abnegación, el sufrimiento y los remordimientos como lo hace esta fabulosa actriz.
Aunque parezca complicado seguir la enrevesada trama de El padre, la verdad es que el montaje del director acaba siendo todo un acierto para mostrarnos las consecuencias del Alzheimer desde todos los puntos de vista, el de el enfermo y el de sus familiares más cercanos, y cómo afecta también a la relación con terceras personas. Sentiremos en nuestras carnes los efectos que provoca esta terrible enfermedad en unos y otros personajes; desgraciadamente muchos de vosotros quizás hayáis tenido o tengáis alguna experiencia con algún familiar cercano y sabéis perfectamente a lo que me refiero. Para quien haya tenido la suerte de no haber tenido que convivir con ella, esta película muestra con claridad y sin ningún tipo de exageración la cruda cara del Alzheimer.
El padre es solemne y melancólica, como la ópera que escucha Antony para relajarse en su piso y que se convierte en la banda sonora de la película. Es un carrusel de emociones que pasan de un extremo a otro en cuestión de segundos, un puzle en el que parece que sobran piezas pero que sorpresivamente acaban encajando para mostrarnos una realidad tan dura como implacable.
Os recomiendo que veáis El padre la mejor y más original mirada del cine al Alzheimer en mucho tiempo. No os defraudará, os lo aseguro.
PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Lucky
Jonh Carroll Lynch (2017) – Estados Unidos
Lo reconozco, me gustan las películas de perdedores, de anti-héroes, las que reflejan cómo es la vida real para la inmensa mayoría de los mortales, y Lucky es una de ellas.
En un pueblo perdido de la América profunda muy cercano a la frontera con México vive Lucky, un anciano de 90 años que sigue a rajatabla una rutina que no cambia un ápice en su vida. Vive solo y no necesita a nadie que interfiera en su anodina existencia. Hombre de pocas palabras y amigos, cascarrabias y fumador empedernido, todo cambia una mañana mientras se queda mirando el parpadeo intermitente del reloj digital de su cafetera. A partir de entonces Lucky comenzará un filosófico viaje interior intentando responderse preguntas que quizás no tengan contestación.
La película es la ópera prima de John Carroll Lynch que, aún no teniendo parentesco familiar con David Lynch, queda claro que la influencia de este director está muy presente en todo el largometraje, comenzando por el guion en sus apariciones como actor secundario de Lucky y la temática de la película, que nos recuerda a su exitosa Una historia verdadera. Pero no acaban aquí las conexiones con David Lynch, puesto que el actor principal es Harry Dean Stanton, quien ya trabajó con Lynch en la mítica serie Twin Peaks. Lo de Stanton es para quitarse el sombrero, un actor de la vieja escuela que da una lección magistral de actuación y le basta con su mirada para mostrar con claridad al espectador los sentimientos de su personaje: se «come» la pantalla cada vez que aparece en escena. Si la vida fuese justa el Oscar hubiese sido suyo. Pero desgraciadamente murió pocos días antes del estreno de Lucky y, todo hay que decirlo, la película ni siquiera fue nominada, pasando sin pena ni gloria por las salas de cine.
Aunque en la película no sucedan muchas cosas y Lucky no sea muy hablador, cada vez que abre la boca pronuncia filosóficas frases a las que hay que estar muy atento. También hay pequeños detalles en los que hay que fijarse y que nos irán dando pistas sobre lo que está ocurriendo. Muchas de las manías del protagonista están basadas en la vida de Harry Dean Stanton, ya que los guionistas quisieron hacer un merecido homenaje al actor que con 90 años y muchísimas películas a sus espaldas, curiosamente solo había tenido un papel protagonista en 55 años de carrera profesional en París, Texas (1984). También son de destacar las bonitas imágenes que nos muestran la belleza del desierto en el que se encuentra ese pequeño pueblo donde la vida pasa sin molestar, y una notable banda sonora de sabor fronterizo.
Bienvenidos a este western crepuscular que nos deja contemplar extasiados el final del atardecer. Que sirva de homenaje a nuestros mayores que están siendo castigados con especial crudeza por este virus maldito.
PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
La Fiesta De Despedida
Tal Granit, Sharon Maymon (2014) – Israel
Hace unos días saltó a la luz una impactante noticia en nuestro país, un hombre había ayudado a morir a su mujer a petición de esta, que llevaba 30 años padeciendo de esclerosis múltiple y ya no aguantaba más el sufrimiento. De nuevo un tema tabú como este ha vuelto a ponerse en el candelero y me ha venido a la cabeza una película israelí que aborda el tema en clave de comedia de manera sutil e inteligente;una fresca propuesta que nos hará pensar,tengamos el punto de vista que tengamos sobre tan controvertido tema.
La Fiesta De Despedida trata sobre las vicisitudes de un grupo de ancianos que han creado lazos de amistad en la residencia de ancianos de Jerusalén donde conviven. Uno de ellos,aquejado de una enfermedad terminal,pide a su esposa ayuda para morir, ella a su vez pedirá ayuda a sus amigos y compañeros de residencia, ellos inventarán una máquina para practicar la eutanasia. El problema es que la noticia se extiende por la residencia de ancianos y hay más ancianos que quieren utilizarla.
A partir de estas premisas arranca esta comedia que,a pesar de tratar un tema tan espinoso como la eutanasia, lo hace desde una óptica vitalista, con naturalidad y desde las diferentes perspectivas que nos dan los diferentes personajes que aparecen en ella. La película no entra en temas religiosos, es una película de calado humanista donde prevalece la ética, que intenta no posicionarse descaradamente a favor de la eutanasia y nos va proponiendo dilemas que nos harán colocarnos a uno u otro lado según nuestra opinión sobre el tema.
La Fiesta De Despedida es una oda a la vejez, donde el amor y la vitalidad siguen siendo los puntos de apoyo de una etapa de nuestras vidas en que la sociedad arrincona a los mayores y les da la espalda. El humor sirve para sobrevivir en el ocaso de la vida, un humor negro pero sin llevarlo a los extremos, un humor apto para todos los públicos que consigue hacer llevadera la mayor parte de la película.
El elenco de actores (todos ellos de avanzada edad), logra hacer creíble una historia inverosímil en la que de la risa se puede pasar al llanto en cuestión de segundos. Quizás falte algún personaje joven que haga de contrapunto, y quizás el humor podía haber sido más corrosivo, pero La Fiesta De Despedida merece la pena ser vista, nos hará pensar cómo afrontamos el fin de nuestros días, y hasta qué punto y en qué situaciones podemos «programar» nuestra muerte. Que no te asuste el argumento, pero que tampoco te engañe el risueño cartel de la película, La Fiesta De Despedida es una tragicomedia que nos hará reír, llorar, pensar, amar, vivir y,aunque espero que sea dentro de mucho, mucho tiempo…morir.
PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura) Rams (El Valle de los Carneros)
Grímur Hákonarson (2015) – Islandia,Dinamarca, Noruega, Polonia.
Este mes os propongo descubrir una manera de vivir todavía vigente en nuestros días y que tenemos más cerca de lo que pensamos. Así que no hace falta irse a Bardardalur (lugar donde se rodó la película), ni siquiera viajar hasta Islandia para sumergirse en una realidad totalmente diferente a la nuestra. El ritmo de la vida se ralentiza de manera asombrosa en un lugar donde nada parece inmutarse y donde la naturaleza implacable rige las vidas de sus habitantes y los va curtiendo para que sepan amoldarse a sus reglas, día a día, durante el resto de sus vidas.
Nos adentramos en la Islandia profunda, en una pequeña aldea (por llamarla de algún modo) donde dos hermanos, vecinos para más inri, llevan más de 40 años sin hablarse. Los dos hermanos, Gummi y Kiddi, son pastores, el único oficio que conocen, que les fue legado por su padre e intentan con todo su amor y trabajo conservar el linaje de su ganado. Pero un desafortunado hecho destapará todavía más la caja de los truenos entre los hermanos y pondrá en peligro algo más que su relación.
Quizás el clima tan duro de esas tierras haya endurecido el carácter de las gentes que habitan el Valle de los Carneros, hoscos, de pocas palabras y con un sentido del humor muy peculiar; no parece el caldo de cultivo ideal para mantener una buena relación. Por el contrario, la relación entre ellos y su ganado o su perro pastor no puede ser más opuesta. Durante toda la película podremos trazar paralelismos entre la relación de Gummi y Kiddi con sus animales, entre ambos hermanos o con los pastores colindantes.
Pero que no os asuste el argumento, no hace falta que hayáis vivido o nacido en un pequeño pueblo para que os interese u os sintáis identificados con Rams (El Valle de los carneros) porque es esta una interesante y atractiva propuesta, una historia universal muchas veces contada, la de las relaciones humanas, y quizás os sintáis identificados en muchos momentos de la película.
Así que abrigaos bien y preparaos para un largo y duro día de trabajo en el corral. Disfrutad de la implacable naturaleza a vuestro alrededor. Los días transcurrirán monótonos al pausado ritmo que marcan la luz, la lluvia , el viento y la nieve. Un ritmo pausado que nos eliminará el estrés y que conforme avance el metraje de la película irá in crescendo para dejarnos un apabullante final, uno de los puntos fuertes de la película, a la que quizás solo pueda achacarse algún tic «festivalero» que otro.