PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
El séptimo sello
Ingmar Bergman (1957) – Suecia
Si miramos hacia atrás en el tiempo podremos comprobar que el ser humano no ha tenido una existencia tranquila en ninguna generación: guerras, catástrofes, plagas, diezmaron a la mayor parte de la población provocando hambre, miseria, muerte y desesperación. Nuestra generación se las prometía muy felices, nos libramos de la Primera Guerra Mundial, de la Segunda y, entre medio, de una cruenta Guerra Civil que partió el país y las familias en dos. Hasta ahora solo podíamos decir que habíamos vivido un par de crisis económicas muy fuertes, así que era extraño que no sucediera nada grave que alterase nuestra rutinaria y, dentro de lo que cabe, placentera existencia.
Y al final ocurrió. En esta época de globalización que vivimos, un virus de nombre Covid-19, cual si fuera una macro empresa, fue derribando fronteras, acabando con la competencia, instalándose por todo el mundo y ejerciendo sobre él su totalitario poder. La profecía se había vuelto a cumplir, nuestra generación está sufriendo los efectos de una pandemia que parece haber cambiado el modo de percibir la realidad en la que vivíamos y vivimos.
Aunque suene fuerte, quizás ha hecho falta una pandemia mundial para que nos demos cuenta de lo importante que son las pequeñas cosas de la vida, el poder estar más cerca de nuestros seres queridos y prestarles más atención, de disfrutar del momento y hacer disfrutar a las demás. Cosas como un beso o un abrazo, habían perdido valor en la era en la que más interconectados estamos gracias a los avances tecnológicos. Nos estábamos convirtiendo en una generación anestesiada, absorta en su burbuja virtual.
Por eso os propongo una película que seguro os va a hacer reflexionar, se trata de El séptimo sello toda una obra maestra del cine. Para mi gusto la mejor obra que dirigió Ingmar Bergman ( y eso ya es mucho decir). El director nos traslada a la Edad Media a mediados del siglo XIV cuando la peste negra asolaba Europa (se calcula que un 60% de la población europea murió a causa de ella). Es entonces cuando el caballero sueco Antonius Blovk y su escudero regresan al continente tras años combatiendo en las Cruzadas y se encuentran con la desolación más absoluta. La muerte campa a sus anchas, tan es así que Antonius la desafía a una partida de ajedrez esperando obtener de ella las respuestas que siempre busca la condición humana.
Con este filosófico y a la vez absurdo argumento, Ingmar Bergman, además de explorar sus demonios personales, la muerte y la existencia de Dios, hace replantearse al espectador otras muchas cosas. Con una gran recreación de lo que podía ser vivir en la Europa de aquellos oscuros años y una espectral fotografía que nos sobrecoge aún más si cabe, nos va presentando diferentes personajes que no son sino metáforas que representan el bien, el mal o la esperanza, por ejemplo. La banda sonora utiliza instrumentos y composiciones medievales que nos envuelven desde el principio en esa neblina gris que parece querer cubrirlo todo y que nos hace perdernos en esta película que te deja sin aliento desde el principio.
PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
El salario del miedo
H.G. Clouzot (1953) – Francia
Este mes regresamos al cine clásico para recordar una gran película cuyo mensaje sigue tan vigente a día de hoy como el día de su estreno. Os propongo descubrir, o volver a visitar, El salario del miedo, una de las obras cumbre del considerado «Hitchcock francés», H.G. Clouzot. La película está basada en la novela del mismo título escrita por Georges Arnaud. Dicen las malas lenguas que Alfred Hitchcock intentó sin éxito comprar los derechos de la novela, pero al final Clouzot se llevó el gato al agua.
Con un limitado presupuesto, Clouzot agudiza el ingenio y rueda la película en el sur de Francia, pero nos hace creer que realmente estamos en un pueblo perdido de Sudamérica llamado Las Piedras. Un pueblo tan perdido como sus habitantes, que sobreviven como pueden; unos intentando escapar de la pobreza más absoluta y otros, los extranjeros, que han llegado allí tratando de huir de un pasado bastante turbio. Las Piedras parece el mismo infierno en la tierra y es muy difícil salir de allí. Pero una explosión en un pozo petrolífero de la región hace que se abra una puerta a la esperanza para los cuatro valientes que se atrevan a llevar dos camiones de nitroglicerina por las peligrosas carreteras (por llamarlas de algún modo) que llevan hasta el pozo. Y este es el simple pero peliagudo argumento del que trata El salario del miedo.
En una primera parte de la película el director nos muestra el pueblo y sus habitantes: analfabetos, apátridas, vagos y maleantes. Allí iremos descubriendo con pocas palabras la personalidad de los cuatro protagonistas que van a iniciar este viaje suicida buscando la salvación, cada uno a su manera. En este trayecto la tensión se mantendrá al límite y esto provocará conflictos entre los personajes: veremos hasta dónde pueden llegar las bajezas morales de la especie humana.
Muchos temas se van a tratar en El salario del miedo; algunos quedan bastante claros, como la crítica al capitalismo, el miedo a la muerte, la amenaza nuclear, la codicia, la moral, el sentimiento de culpa, el existencialismo. Otros, aunque no aparezcan explícitamente, sí que pueden intuirse, por las palabras y las acciones de los personajes, así que tendréis que estar atentos.
Aparte de la soberbia interpretación de los cuatro actores principales, es de destacar la fotografía en blanco y negro que resalta todavía más la dureza del trayecto y de los personajes. Algunas escenas de esta película ya han pasado a la historia del cine, y la maestría del director H.G. Clouzot a la hora de reflejar el asfixiante y opresivo clima del pueblo y de los agrestes terrenos por los que transita el viaje, hacen que El salario del miedo se convierta en una obra maestra.
Así que sin duda alguna os recomiendo ver (en versión original por supuesto) este apasionante viaje vital hacia ¿la muerte?
Chihiro es una niña de diez años que viaja en coche con sus padres. Después de atravesar un túnel, llegan a un mundo fantástico, en el que no hay lugar para los seres humanos, sólo para los dioses de primera y segunda clase. Cuando descubre que sus padres han sido convertidos en cerdos, Chihiro se siente muy sola y asustada.
En estas fechas de muchas películas de dibujos animados, quería recomendar una de las mejores de lo últimos años, El viaje de Chihiro de uno de los más interesantes directores de cine de animación en Japón, Hayao Mizayaki. Los quintos del 80 se acordarán de unas series de dibujos animados emitidas en España, Sherlock Holmes o Lupin de este mismo director.
Chihiro cambia de ciudad, y en el viaje con sus padres paran en lo que creen que es un parque de atracciones. Pero es la puerta de entrada a un mundo fantástico donde a los humanos no se les aprecia demasiado. Un mundo lleno de dioses, criaturas extrañas, en un lugar donde nada es lo que parece, lleno depersonajes surrealistas que intentarán ayudar o no a Chihiro a volver al mundo real.
Iremos viendo un desfile de personajes en un mundo de fantasía. El paisaje que nos muestra el director es mágico, con unos dibujos de mucha calidad, al igual que la animación. Las intrigas se suceden mientras Chihiro trabaja en la casa de Yubaba y conoce a los que por allí transitan. Pero no queda aquí el interés de la película, los personajes están trabajados y van evolucionando durante el transcurso de la historia.
Hay que decir también que la película está plagada de referencias a la cultura popular japonesa y resultan un poco chocantes para la nuestra. Pero no es un impedimento para entender la película, ni para disfrutar de un buen rato de cine. También es muy importante la banda sonora que acompaña en todo el metraje y que ayuda a recrear el mundo maravilloso donde transcurre la historia.
Una gran película, una gran experiencia audiovisual, muy recomendable, les invito a que se sumerjan en un mundo de fantasía, disfruten de esta pequeña obra maestra para ver estas fiestas.
Amanece, que no es poco
José Luis Cuerda (1989) – España
Teodoro, un ingeniero español que es profesor en la Universidad de Oklahoma, regresa a España para disfrutar de un año sabático. Al llegar, se entera de que su padre ha matado a su madre y, para compensarlo de la pérdida, le ha comprado una moto con sidecar para viajar juntos. Así es como llegan a un remoto pueblo de montaña que parece desierto; lo que ocurre es que todos los vecinos están en la iglesia, porque la misa es un auténtico espectáculo. Padre e hijo asisten a las elecciones que se celebran cada año para designar alcalde, cura, maestro y puta. Además, al pueblo ha llegado un grupo de estudiantes de una universidad norteamericana, unos meteorólogos belgas, un grupo de disidentes de los Coros del Ejército Ruso e incluso invasores camuflados de un pueblo cercano.
La primera vez que la vi, fue con un préstamo de la biblioteca, rondaba los 18 años y alguien me dijo que tenía que verla, que era muy divertida y he de decir que no creo que soltara ni una sola carcajada.
Menuda película, no hay por donde cogerla, es un conjunto de gags cada uno más extraño, más surrealista, más rebuscado. Tampoco es que tenga un hilo argumental más o menos sólido. Un padre llega al pueblo con su hijo en un sidecar, a pasar la noche y allí empieza la historia.
Como digo, me acuerdo perfectamente de cuando la vi y eso sólo ocurre cuando la película para bien o para mal te ha marcado. En este caso la primera vez fue para mal, no entendí la película ni los chistes, nada.
Con el paso de los años la vi más veces y cada día me gustaba un poco más hasta convertirse, por casi todo en una de mis comedias favoritas y supongo que de mucha gente, ya que al estar llena de gags siempre hay alguno que te hace echar unas risas.
Cada vez, según el estado de ánimo y en el momento que te alcanza, van variando los gags favoritos, de esta vez:
-Cuando el mesonero da la charla al médico.
-El argentino que no quería un día ir en bicicleta y otro oler bien, plagia a Faulkner y lo llevan a la Guardia Civil.
-Y por último las elecciones, cuando el alcalde da los resultados.
Como digo, estas son las escenas que más me han gustado esta vez, pero seguro que cambian, una película muy recomendable y divertida.
Johnny cogió su fusil
Dalton Trumbo (1971) – Estados Unidos
No voy a desvelar nada del argumento de esta película, por dos razones:
Si no la han visto, ni conocen nada de ella, les podría chafar la primera parte de la película y no quiero que eso ocurra. Además, merece la pena pensar en lo que nos quiere contar el director, sin estar sugestionados por mi opinión respecto a lo que nos cuenta.
Lo que sí quiero es ponerles en antecedentes sobre el director. Dalton Trumbo fue encarcelado por el comité de actuaciones anti-americanas, pasó once meses en la cárcel, se exilió a México y bajo seudónimo colaboró como guionista, en películas como Espartaco.
Fue también autor del libro homónimo y guionista de la película que nos ocupa este mes.
Como anécdota curiosa, la película estaba pensada para que la dirigiera Luis Buñuel, que llegó incluso a trabajar en el guion aunque al final no quiso continuar con el proyecto. Hay quien dice que en algunas escenas se puede ver la influencia de Buñuel. Existe un documental dedicado a su persona, Trumbo y la lista negra, realizado por su hijo, que invito a que vean.
En ciertas ocasiones la película se puede perder, parece que divaga, pero siempre vuelve con una bofetada de realidad y dolor, hay veces que el director quiere plasmar de manera realista lo que ocurre en la novela sin utilizar los códigos del cine. Es la única pega que se le puede poner a la dirección. En cuanto a los actores, la interpretación de Donald Sutherland es excepcional.
Se puede considerar que es una verdadera película anti-belicista, por la forma que cuenta lo que ocurre en ella, muy lejos de los edulcorados relatos de Hollywood, como por ejemplo la oscarizada En tierra hostil, más parece un publirreportaje sobre Irak que una película de guerra, cruda, desgarrada y cruel.
Como guiño musical para los seguidores de Metallica, el tema «One», del disco And justice for all, está inspirado en esta película, además en el videoclip musical de «One», aparecen escenas de la misma.
Puedo asegurar que no les va a dejar indiferentes el visionado de esta película, cuenten sus impresiones en los comentarios.
Tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Leo Kessler, un joven americano de origen alemán, se traslada a Alemania para trabajar con su tío en una compañía de ferrocarriles. Su trabajo le permitirá viajar, fascinado, por un país destruido por la guerra; pero también tendrá que enfrentarse poco a poco a los horrores de la barbarie nazi.
Leo Kessler es un americano que decide volver a Alemania después de la II Guerra Mundial para ayudar a reconstruir el país. Gracias a su tío Leo consigue un trabajo como revisor en una de las líneas de tren que recorren Alemania.
Desde el vagón observará en qué estado está Alemania, totalmente destruida, no sólo los edificios e infraestructuras sino también los alemanes.
Tanto la fotografía de la película en blanco y negro, mezclada con pocos momentos de color, nos sumerge en una atmósfera de pesimismo y suciedad, una sociedad vencida en la guerra, hundida en la miseria pero que aún sostiene los privilegios para según qué clases.
Al dueño de la compañía Zentropa le eximen de colaboracionismo nazi por intervención del general americano. “Gente como esta es la que necesitamos para reconstruir Europa”.
Mientras los supervivientes de la guerra intentan continuar con sus vidas, la guerra y el odio no acaba. Aún existen los warewolf, la resistencia nazi, que quiere continuar la guerra luchando contra los americanos y quien los apoya.
Cuando Leo habla con su mujer: “Leo, esta gente a la que quieres salvar, apoyó durante años al imperio alemán, sus manos también están manchadas de sangre”
Es una lucha constante de Leo por sacar lo mejor del ser humano, contra el abatimiento de la sociedad alemana. No es una película que refleje con rigor histórico lo acontecido al final de la II Guerra Mundial, pero bajo mi punto de vista sí es capaz de crear un ambiente próximo al clima social que se vivía en esos momentos.
Durante la película hay momentos en los que el blanco y negro deja paso a escenas en color. Creo entender que cuando los sentimientos son reales, la escena se ilumina, pero mientras tanto la sombra lo cubre todo, ¿ustedes qué opinan?