PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Vidas pasadas Celine Song (2023) – Estados Unidos
La vida es un laberinto de bifurcaciones que te va llevando a uno u otro lado según las decisiones que tomes; por supuesto, el azar también cuenta. Todos y cada uno de nosotros hemos pensado en algún momento qué hubiese pasado si en vez de hacer una cosa hubiésemos hecho otra distinta. ¿Elegimos la opción correcta? Eso ya nunca lo sabremos. ¿O quizás sí?
Así que este mes os propongo Vidas pasadas, una película autobiográfica de la dramaturga y guionista de origen coreano Celine Song, quien, por cierto, debuta como directora con esta obra. Partiendo de la idea del «in yun», concepto de la cultura coreana que dice que las relaciones entre las personas están predeterminadas por conexiones en las vidas pasadas, la directora nos cuenta la historia de Nora, que a los 10 años se muda con su familia desde Corea a los Estados Unidos, dejando atrás a su mejor amigo, Hae Sung.
No hace falta que creáis en la reencarnación, ni que hayáis tenido que vivir 8 000 vidas para conseguir las 8 000 capas de «in yun» necesarias para encontrar a la persona adecuada. Vidas pasadas nos habla de un tema universal, el amor, y más concretamente, del primer amor. Ese primer amor que muchos de nosotros (y yo el primero) tenemos, o teníamos idealizado.
Con una maestría sorprendente para una directora debutante, el manejo de la cámara y la composición de los planos nos sumergen desde el principio en las vidas de Nora y Hae Sung, que al poco de comenzar se bifurcan para transcurrir paralelas… ¿para siempre? Mejor será que veáis la película.
A medida que la película avanza, el espectador irremediablemente acabará trazando paralelismos con su propia vida, recordando situaciones personales vinculadas a los diferentes tramos de edad que reflejan la madurez y las inquietudes de los protagonistas. La sensación de haber podido tener algo que quizás hubiese sido maravilloso está presente en los dos amigos de la infancia. Sus vidas, sin embargo, hace tiempo que tomaron otros rumbos, y por qué no decirlo, tampoco han sido tan malos.
Y aunque Vidas pasadas sea una película de AMOR con mayúsculas, no busquéis en ella romanticismo porque de eso no hay mucho. Sus protagonistas logran transmitirnos su forma de sentir el amor. Tanto Greta Lee, en el papel de Nora, como Yoo Tae-o, en el de Hae Sung, consiguen su propósito, pero el que tiene un papelón y lo saca adelante con mucho mérito es John Magaro, en el personaje de Arthur. Prefiero no adelantar su rol en la película.
Además, la película se acompaña de una exquisita fotografía y, por supuesto, una banda sonora que logra tocarnos la fibra sensible. El montaje, que en una historia que abarca tantos años podría ser más complicado, se ha resuelto de manera eficaz, y nos deja dos escenas excelentemente ejecutadas: la primera y la última de Vidas pasadas, que auguro dejarán huella en la historia del cine.
Vidas pasadas nos habla de amor platónico, amor romántico, amor verdadero, amor predestinado, amor anhelado, amor idealizado. Amores estos, y alguno más que seguramente me he perdido en la parte espiritual, y que nos van a hacer mantenernos muy pero que muy pendientes de Nora y Hae Sung. Cuidemos del amor, el motor más importante de nuestras vidas, pasadas, presentes y futuras.
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Compartimento nº 6 Juho Kuosmanen (2021) – Finlandia
Si tuviera que describir en una frase la película que os recomiendo este mes para que os animéis a verla, lo haría de esta manera: «la película menos romántica, más romántica de la historia del cine», jamás un contrasentido lo ha tenido tanto. Compartimento nº 6, segundo largometraje en la filmografía del director finlandés Juho Kuosmanen, a quien apunté inmediatamente en mi lista de nuevos directores a seguir, es cuanto menos diferente a cualquier historia de amor convencional tratada en el cine.
El argumento es sencillo: Laura, una joven universitaria finlandesa, toma el tren hacia Moscú para ir al yacimiento arqueológico de Múrmansk, en pleno invierno. En el tren, coincidirá en el compartimento con un joven minero ruso con quien la convivencia no va a ser muy agradable.
Desde el primer momento, el director Juho Kuosmanen nos embarca en un viaje a la Rusia de finales de los 90, aunque los desolados pueblos y ciudades donde va parando el tren parecen haberse quedado anclados en los últimos estertores del comunismo allá por los años 80. La ambientación es magnífica, y el paisaje y la fotografía te hacen sentir el crudo invierno fuera, y la calidez, aunque no confort, de un tren que también nos revela que ha pasado por tiempos mejores.
Por si fuera poco con la atmósfera creada por el director, que te hace sentirte viajero de este tren, los actores que encarnan a Laura, la universitaria finlandesa, y Lyokha, el joven minero ruso, consiguen que el proceso de transformación que experimentan sus personajes sea del todo creíble en una historia bastante increíble. (Aunque dicho sea de paso, Compartimento nº 6 está basada en la novela homónima de la escritora finlandesa Rosa Liksom, en la que cuenta algunas experiencias personales).
La película gira en torno a las relaciones entre personas de diferentes clases sociales, con todos los prejuicios y estereotipos que conllevan. Hábilmente y desde el principio, el director nos hace sentirnos tan fuera de lugar y tan avergonzados como Laura, cuando asiste a una fiesta de artistas y gente de la cultura rusa. Y también nos conduce a hacer un inmediato juicio de valor sobre Lyokha, el joven minero, al que pondremos una cruz nada más entrar al compartimento del tren.
Compartimento nº 6 seconvierte también en un ejercicio de nostalgia para los que éramos unos pimpollos en los años ochenta, cosas como rebobinar con un bolígrafo una cinta de casete, llamar desde una cabina telefónica, o utilizar aquellas primeras videocámaras tan poco ergonómicas, nos hacen casi mitificar esos tiempos donde se vivía a otra velocidad. Y por si no fuera suficiente, la música de la película se sostiene en una canción: el Voyage, voyage del grupo francés Desireless, que marcó una época y a toda una generación. Curiosamente esta misma canción ha sido reivindicada también en otro filme de ese mismo año, la película suiza La chica y la araña.
De todas maneras, seas de la quinta que seas, te recomiendo subir al Compartimento nº 6 de este tren cargado de metáforas, reflexiones, frases lapidarias, situaciones absurdas, un sentido del humor muy especial, y paradas,… muchas paradas.
PELÍCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
A la vuelta de la esquina Thomas Stuber (2018) – Alemania
En la reseña del mes pasado de esta misma sección ya comenté las excelencias del joven actor Franz Rogowski, al que descubrí en la película titulada A la vuelta de la esquina, que es la que precisamente os quiero recomendar en esta ocasión. Este filme alemán está basado en el relato corto En los pasillos, obra del escritor Clemens Meyer, que además ha sido coautor del guion junto a Thomas Stuber, el director de la película.
Partiendo de un argumento bastante sencillo, el director nos muestra la rutinaria actividad del turno de noche en un gran almacén para mayoristas. Thomas Stuber logra poco a poco meternos dentro de ese monótono y gris mundo laboral, en el que la vida de sus trabajadores sigue siendo igual de anodina después de salir del trabajo. Para conseguir que el espectador empatice con la historia, sabe jugar perfectamente con la banda sonora, y ya desde el principio nos pone en situación con una magnífica coreografía visual sustentada por el vals de Johann Strauss. También es de destacar el importante papel que juegan los sonidos, sobre todo el de las carretillas elevadoras. La fotografía cumple con su cometido, en una película de ambiente frío, de espíritu gris, ya que se desarrolla en muchos momentos durante el turno de noche, y lo hace de manera natural y discreta.
Otro de los grandes aciertos de A la vuelta de la esquina es el montaje de la misma, y la manera de presentarnos la historia en tres partes, que son las tres vidas de los tres protagonistas de la película. Y a pesar de que cuentan con una desigual cuota de pantalla entre ellos, son indispensables en este peculiar triángulo laboral que forman Christian, Marion y Bruno. Y es que, este trípode actoral es el que mantiene viva esta película a la que le cuesta arrancar, pero después te lleva hacia un desenlace tan inhabitual como inesperado. Como ya he dicho es de destacar el fenomenal trabajo actoral de Franz Rogowski (el Joaquin Phoenix europeo), quien da vida a Christian, un joven tímido e introvertido, con un pasado oscuro que está marcado para siempre en su cuerpo en forma de tatuajes, y del que intenta huir desesperadamente. Los compañeros de Rogowski tampoco le van a la zaga, especialmente Peter Kurth, que representa a Bruno, compañero y mentor de Christian desde que este comienza a trabajar en la empresa. El papel de la pizpireta Marion lo protagoniza Sandra Hüller, una actriz que, aunque joven, ya tiene un currículum cinematográfico de bastante enjundia.
A la vuelta de la esquina nos cuenta la historia de Christian, que intenta dejar sus problemas y centra su vida en el nuevo trabajo de reponedor que acaba de encontrar en un gigantesco almacén para mayoristas de la antigua Alemania del Este. Allí tendrá como compañero y maestro en su aprendizaje a Bruno, un ex-camionero, que, al quebrar la empresa en la que trabajaba y ser comprada por el centro logístico, fue admitido en el almacén como muchos de sus compañeros. Bruno es también hombre de pocas palabras como Christian, pero siempre tiene las justas y necesarias para guiar a su inexperto compañero en su nueva aventura laboral y vital. Reponiendo en la sección de dulces trabaja Marion, quien coincide con Christian en la sala donde está la cafetera. Marion es alegre, seductora, la chispa de luz que ilumina la oscura rutina de la fábrica y el corazón del inseguro Christian, que quedará prendado de Marion nada más conocerla.
La película está llena de símbolos y metáforas que ilustran y enriquecen la historia. Pero su gran acierto es la manera tan poética de contarnos dentro de un lugar tan inhóspito, oscuro y gris, este peculiar cuento de amor platónico y de amistad que tiene bastante más carga de profundidad de la que parece. Y que horas, e incluso días después, hará reflexionar al espectador. Hasta en la vida más humilde, pequeña y gris, puede esconderse una gran historia de amor, y las pequeñas cosas, los pequeños gestos, hechos desde el corazón, crean vínculos indestructibles entre las personas.
PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
Great freedom Sebastian Meise (2021) – Austria
La película que os presento este mes hace honor a su título, Great freedom (Gran libertad), es un gran ejercicio cinematográfico y nos cuenta con total libertad una historia inspirada en hechos reales que sirve para denunciar el artículo 175 del código penal alemán y ya de paso homenajear a las víctimas que sufrieron sus consecuencias durante décadas. El citado artículo 175 permitía al estado perseguir a los homosexuales e incluso encarcelarlos. La pena penitenciaria aumentó hasta los cinco años de prisión con la llegada de los nazis al poder. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, la derrota nazi, y la liberación de los campos de exterminio, incomprensiblemente el artículo 175 se mantuvo en la Alemania occidental, y los pocos homosexuales que consiguieron sobrevivir a los campos de concentración fueron trasladados a las cárceles a seguir cumpliendo su condena.
El director austriaco Sebastian Meise rodó la película en una prisión abandonada de la Alemania del Este, y como suele ser costumbre en el estilo del cine austriaco, nos muestra con dureza, de manera directa, y casi sin tapujos la vida carcelaria en los duros años de la posguerra. La fotografía del film acentúa aún más si cabe la claustrofobia de esas frías, inhóspitas y sucias celdas, tan deshumanizadas como los propios funcionarios de prisiones que las vigilan. Prácticamente no se utiliza música, quizás para no realzar en demasía los momentos melodramáticos, que no son pocos. Ya sólo estéticamente, Great Freedom es mucho más que un drama carcelario al uso.
La película nos muestra la historia de Hans, en tres etapas de su «carcelaria» vida, 1945, 1957 y 1969. Hans fue arrestado por mantener relaciones homosexuales en unos baños públicos, sobrevivió a un campo de concentración y la «liberación» de los aliados supuso para él un nuevo encierro carcelario. Allí en la cárcel, su condición de homosexual quedará marcada desde el principio con un código en la puerta de su celda. Una celda que va a tener que compartir con Viktor, hombre de pocas palabras y para desgracia de Hans además homófobo.
El papel de Hans esta magistralmente interpretado por un nuevo valor del cine europeo, el actor y bailarín alemán Franz Rogowski, de quien sigo la pista después de descubrirlo en la interesante película A la vuelta de la esquina (2018). Para caracterizar el papel de Hans Hoffman en Great freedom,Rogowski tuvo además que perder unos cuantos kilos.
El director navega hábilmente entre las diferentes etapas carcelarias de la vida de Hans utilizando la técnica del flashback, y recurriendo también en ocasiones a encabezar con un título el año al que se refiere ese salto en el tiempo de la historia. La valía de la película ha sido reconocida con prestigiosos premios entre los cuales destacan el Premio del Jurado en el Festival de Cannes, o el Premio del Cine Europeo a la mejor fotografía. Aunque cuenta con imágenes explícitas de sexo, Sebastian Meise no busca epatar o provocar al espectador, de hecho en muchas ocasiones no permite que veamos situaciones de violencia. Al contrario, en un ambiente tan deprimente consigue que su cámara se centre en pequeños detalles que suavizan el rugoso contenido del filme.
A pesar de su duración la película se me hizo corta, es más, no quería que terminase. Great freedom es mucho más que un drama penitenciario, es una historia real, de cómo intentar sobrevivir a dos cárceles al mismo tiempo. La cárcel física en la que el protagonista está recluido y la mental en la que el estado intenta ahogar sus sentimientos. El aislamiento, el rechazo, el odio, el desprecio, serán una losa pesada con la que convivir, al igual que la soledad, la falta de afecto y el deseo. Pero si hay algo que Hans busca desesperadamente es la libertad, la libertad de amar a quien desee. ¿Logrará algún día su propósito? Tendrás que ver Great freedom para poder descubrirlo.
PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
La ruleta de la fortuna y la fantasía Ryûsuke Hamaguchi (2021) – Japón
Hace unos meses acudí al cine apremiado por los cantos de sirena de la crítica que ensalzaba la película japonesa Drive my car, y especialmente a su director Ryûsuke Hamaguchi. El cine oriental no es uno de mis fuertes. A mi pequeño cerebro le cuesta procesar esa manera tan particular de contarnos historias procedentes de esa fascinante cultura tan alejada de la occidental. Pero tras el gran sabor de boca que me dejó en su día el filme Parásitos, y dado que la crítica especializada ponía a Drive my car a su altura, mis expectativas estaban por las nubes…Y como suele pasar casi siempre en estos casos, la película no las colmó. Siendo sincero me dejó un poco frío, aunque también percibí matices que me hicieron investigar en la filmografía de Hamaguchi.
Comencé visionando su película Happy hour, que me sorprendió gratamente, el único pero es la duración de la misma – ¡más de 5 horas! Así que probé suerte (nunca mejor dicho) en La ruleta de la fortuna y la fantasía, que nos cuenta en tan sólo 2 horas nada menos que tres historias independientes entre sí, y es la película que os aconsejo para iniciaros en la obra de este interesante director japonés.
En La ruleta de la fortuna y la fantasía el guion está escrito íntegramente por el propio Hamaguchi, y en él se nota su maestría a la hora de desnudar el alma de cada uno de los personajes gracias a las situaciones y diálogos creados por su hábil manera de escribir y describir sentimientos. Como es habitual en su filmografía, son las mujeres quienes llevan la voz cantante en cada una de las tres historias que conforman la película, y que aunque no tienen nada que ver entre sí, guardan un nexo común y mantienen la unidad total del producto que vamos a ver.
Para gustos están los colores, y, si me tuviera que quedar con una historia, me quedaría con la primera, Magia, una interesante relación de amor, deseo, dolor y arrepentimiento en la que el azar (como en las otras 2 historias) jugará un papel importante. Temas universales tratados desde la óptica de una sociedad como la japonesa, donde los sentimientos muy contenidos (a unos niveles casi incomprensibles para el público occidental) y la toma de decisiones va a marcar la vida de cada uno de nosotros irremisiblemente para bien o para mal.
La segunda historia se titula La puerta abierta de par en par. En ella, desde una situación muy incómoda, Hamaguchi eleva las cotas de erotismo a una altura inimaginable gracias tan sólo a las palabras. La historia puede ser una metáfora de los prejuicios y los tabúes que tiene la sociedad japonesa respecto al sexo. Una sociedad reprimida e hipócrita que juzga y condena sin reparar en el daño causado. La protagonista de la misma dará un giro de 180 grados en sus pretensiones y el azar también volverá a hacer de las suyas…
La tercera y última historia titulada Una vez más tiene un punto de absurdez o surrealismo, llamadlo como queráis. No terminó de convencerme del todo, aunque está claro que hasta cierto punto la historia podría ser verosímil en nuestro mundo actual. El azar vuelve a jugar en un reencuentro muy deseado por una de las dos protagonistas. La otra vive su vida sin más, la posición social de la que disfruta le hace tener el piloto automático puesto hasta que el fortuito encuentro se produce. Aquí el director nos muestra su desengañada visión de la generación que supera con creces los 40 años, en la que la infelicidad y la frustración parecen haberse instalado en sus vidas.
Al estilo del director John Cassavetes, que Hamaguchi reconoce como su mayor influencia, pero con un muy particular enfoque, La ruleta del amor y la fantasía se convierte en una fábula sobre los sentimientos y las decisiones, que queramos o no, van trazar el camino por el que transcurrirá nuestra efímera existencia en este mundo. ¿Te atreves a jugar?
PELíCULA RECOMENDADA (Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura)
La peor persona del mundo Joachim Trier (2021) – Noruega
Últimamente no he andado muy atinado eligiendo qué estrenos filmográficos iba a ver, y no quiero citar nombres, porque algunas de las decepciones que me he llevado han recibido algún premio importante. Con la película La peor persona del mundo mi suerte cambió, en principio no pensaba ir a verla, porque la venden como una comedia romántica, cosa de la que por suerte no hay ni rastro en la película, pero al indagar un poco descubrí que uno de los guionistas es Eskil Vogt, director de la incómoda y perturbadora Blind (2014), y el otro guionista y director que es Joachim Trier ya me había llamado la atención con su película del año 2011, Oslo, 31 de agosto.
La peor persona del mundo fue nominada en la edición de los Oscars de este año al mejor guion original y a la mejor película internacional. Pero aunque no obtuvo ninguna estatuilla, su protagonista principal, encarnada por la actriz Renate Reinsve, sí que se llevó un merecidísimo premio a mejor actriz en el Festival de Cannes. El filme nos cuenta el periplo vital de Julie, una joven a punto de cumplir los treinta años y que no tiene muy claro qué camino tomar en la mayoría de aspectos de su vida: laborales, afectivos, familiares, etc.
Julie tiene la posibilidad de elegir, y no una ni dos veces, el sentido profesional que quiere dar a su vida, también hace lo mismo con los hombres con quienes se relaciona sin dar el visto bueno a ninguno. Nada le llena, todo le cansa, ¿pero por qué?, ¿quizás el hecho de tener tantas posibilidades no le haga valorarlas?, ¿es quizás el miedo a madurar, o a tomar decisiones lo que complica sus diferentes elecciones?, ¿o quizás ese guiarse por los impulsos de cada momento le hace sentirse libre, pero no realizada?
Todo eso tendremos que ir descubriéndolo poco a poco en ese viaje por la treintena que inicia Julie junto a su nueva pareja Aksel, un exitoso dibujante de comics 10 años mayor que ella. Y aquí es donde vamos a ver un certero retrato de las diferencias que existen entre los cuarentones y los millenial, cuya principal característica radica en que estos últimos adoptaron íntegramente a su modo de vida internet y las redes sociales, hecho que ha influido decisivamente en las relaciones de pareja y las ha cambiado para siempre (si ya est´as por los cuarenta sabrás a lo que me refiero).
La peor persona del mundo nos muestra cómo los pilares que soportan los valores de la sociedad occidental: el trabajo, el matrimonio, la maternidad, la familia, se ven postergados cada vez más y más en el tiempo por las nuevas generaciones. ¿Quizás por su inmadurez?, ¿quizás por intentar vivir sólo el presente?, ¿será por egoísmo o individualismo?, ¿o quizás sea una decisión libre y consecuente porque han descubierto que no necesitan depender de nadie para ser felices?
Mostrándonos pasajes cotidianos de la vida de pareja, el director, con algo del cine de Lars Von Trier (pariente lejano por cierto) nos da una buena dosis de realismo, aunque también juega con la ficción en dos pasajes de la película que resultan visualmente impactantes. El guion es bastante notable salvando alguna conversación de tintes intelectualoides que escapa un poco a esa sensación de verosimilitud. La fotografía presenta una Oslo luminosa y moderna a la que entran ganas de ir, y la banda sonora también acompaña. Lo que a mi modo de entender resulta prescindible es la voz en off, que no aporta nada que los personajes no hayan mostrado.
Os aconsejo que vayáis a ver La peor persona del mundo, una película cuyo mayor acierto es haberse alejado lo máximo posible de ser una comedia romántica, y por cierto tampoco es una película feminista como dicen algunos, entre otras cosas porque está escrita y dirigida por hombres.